La política no es discurso, sino acción
La política no es discurso, sino acción. En países serios, cuando el candidato lanza sus promesas sobre la transparencia, debería dar elocuencia a sus electores que le dieron fe de confianza. Más una vez estamos en una situación en donde los intendentes electos en el último sufragio se sienten de pies atados para no dilucidar completamente lo que está escondido detrás de las mamparas municipales por deudas políticas o simplemente para acariciar la victoria de algún sufragio venidero para que esto pueda continuar con el zoquetismo, el sinverguenzismo, caradurismo, prebendarismo y de esta manera los vividores sanguijuelas puedan cobrar sin trabajar.
Hay muchos casos de municipalidades donde los intendentes afirman que erradicarán a los planilleros, sin embargo, al final no revelan los nombres de los supuestos planilleros que albergan en sus comunas. Y así también ocurre en muchas otras instituciones, los ministerios, el TSJE, la Corte Suprema, el Congreso, las gobernaciones, las binacionales, en fin, nadie se salva en esta historia, el problema del espantoso exceso de personas que reciben salarios del Estado en el Paraguay genera numerosos perjuicios para todos, incluidos los propios funcionarios, su estima personal, su futuro y su dignidad ciudadana. Es parte sustancial de la peor enfermedad que padece el Paraguay en la actualidad: la corrupción. Un buen primer paso constituye la lista de funcionarios solicitada por el Poder Ejecutivo, y cuyo plazo se cumplió. Es muy importante que las autoridades del Gobierno del “nuevo rumbo” actúen en consecuencia y comiencen a sanear nuestra elefantiásica burocracia.