El guión del 31 de marzo no sería magnicidium serial

UNA GENERACIÓN HUÉRFANA DE VALORES

FOTO 1: La generación touch, en la que vivimos actualmente.

FOTO 2: El magnicidio serial que iba ser desencadenado con la muerte del joven Rodrigo Quintana.

CIUDAD DEL ESTE (Carlos Roa) La conglomeración de generaciones conocidas como Baby Boomer (1946-1961), Generación X (1962-1979), Generación Y (1980-1999), Generación Z (2000-2010) y ahora estamos en la Generación touch (que significa táctil) (2010-2020) en tecnología, un avance preponderante. ¿Pero qué es la generación? Es la acción que consiste en crear nuevos seres vivos por medio de la reproducción. Por un lado la evolución de las generaciones tecnológicas avanzaron de una manera asombrosa, hoy día se puede ver y tener informaciones con un solo touch o un toque de dedo en una tecla. Ahí viene la contrapartida, que la mayoría de los seres humanos desde la generación baby boomer hasta el touch, perdió muchos valores porque no hay motivación, enseñanza, valores, respeto, ética, moral porque vivimos en una sociedad crítica y cínica.

 

La radiografía de esta textografía es lo que resumimos por las actuales tendencias de la politiquería que vive este hermoso país, corazón de América del Sur, Paraguay, donde vemos a diario políticos de radio, políticos de Tv y políticos de diarios que son las causales para que éstos sean conocidos, porque sin éstos elementos, no serían nadie ni nada, eran simplemente un laburante que tendría que levantarse a las 5 de la mañana para ir a trabajar. Pero sin embargo estos malévolos vividores de la apatía de un pueblo que hasta hoy día no sabe usar su bien más preciado, el voto. Y todo esto gracias tal vez no a la ANAES, Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación y sí por el formato de enseñanza que gestó el dictador tembelo y hasta si se puede decirlo, asesino, Stroessner.

Hoy día vemos a sus retoños con el mismo tic nervioso o siguiendo la enseñanza de cuna del tembelo, nos referimos a los 27 senadores y hasta el propio presidente de la República, que pisotearon la constitución, lo cual trajo un final trágico, como la muerte de un joven paraguayo, Rodrigo Quintana. Y hoy día vemos en los titulares y comentarios de prensa que la fiscalía hace poco y nada para descifrar este enigma. Pero sin embargo si estuviera en manos de algún cineasta de Hollywood el guión sería por orden de HC y JO, hacer un golpe de Estado parlamentario social, de la siguiente manera: alquilar patoteros para incidentar en medio de los verdaderos ciudadanos presentes y en un momento dado, cuando la policía simule el brazo caído, ingresar a hacer escaramuzas y tratar de matar al presidente del Congreso, Robert Acevedo, donde los propios sicarios eran policías antimotines y gracias a sus escuderos guardaespaldas, este se salvó por un pelo.

Segundo acto, incendiar el Congreso para decir que algún opositor fue el culpable. Tercer acto, invadir una institución política y disparar a mansalva, buscando a la segunda víctima, que sería Efraín Alegre. Pero la suerte de éste estaba todavía en manos de Dios y no lo encontraron y como dice el adagio, los inocentes pagan por los pecadores. Y ese fue el conciudadano Rodrigo Quintana. ¿Entonces, cómo se llamaría la película? Magnicidio Serial. Y tal vez hoy estaría en todas las carteleras cinematográficas, pero con esta generación de casi todos los jueces, fiscales, ministros de la Corte y politiqueros vividores, zánganos y sin – vergüenzas este país padece de todo tipo de atropellos, donde solo hay diputados, senadores, ministros, fiscales, concejales, intendentes, gobernadores, que son una manga de vagos pero cobran fortunas y no trabajan, solo saben salir a buscar votos en los días de elecciones, porque sabe que tiene un pueblo hambreado y utilizan la más miserable acción de ofrecerles un pedazo de pan a cambio de su voto. Hasta cuándo señores y señoras conciudadanos tendremos que ser tan inútiles y hoy festejamos el fin de la guerra del Chaco y la más grande, conocida como Yrendague, donde sí había valientes paraguayos, y no sin – vergüenzas como hoy día, con nombres y apellido y empresas de portafolio, utilizando dinero de la narcografía para disimular sus riquezas.

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