QUIZÁS EL FALLECIMIENTO NO SEA EL FINAL

La extraña teoría de la física cuántica que asegura que la muerte no existe

CIUDAD DEL ESTE (Ciencia y Tecnología, por Carlos Roa) La muerte, se sabe, es lo que nos iguala a todos. No importa la riqueza, el credo o la nacionalidad, todos morimos. Puede ser antes o después, el azar y el modo en que elegimos vivir la vida es lo que lo marca, pero indefectiblemente a cada uno de nosotros nos llegará el momento del adíos. No hay que asustarse, aunque lamentable, es lo natural. Es el final. O quizás no. Quizás, porque siempre hay que mantener la mente abierta, estamos equivocados. Tal vez la muerte es en realidad algo que todavía no terminamos de entender. Podría no ser el fin que creemos que es, sino sólo una fase. Por qué no. De lo que podemos estar seguros es que no podemos estar seguros de nada.

Porque la física cuántica, la extraña y fascinante física cuántica, tiene algo para decir de esto. Y, de vuelta, como está acostumbrada, pone todo patas para arriba. Contraintuitiva y desconcertante, la física cuántica nos ha enseñado que la realidad es muchísimo más extraña de lo que parece. En el mundo cuántico, nada funciona como todo lo que sabemos nos dice que debería funcionar. Ni siquiera la muerte.

Al menos es lo que asegura el científico estadounidense Robert Lanza, quien dice tener pruebas definitivas que confirman que hay vida después de la muerte y que esta no existe. Según él nunca deja de haber vida, sólo se cambia la forma en cómo es percibida. Esta idea radica en la física cuántica, y en concreto en la nueva teoría del biocentrismo.

La teoría del biocentrismo supone que la muerte no puede ser un evento terminal, tal y como la solemos considerar. El concepto de la muerte es un mero producto de nuestra conciencia porque nos asociamos con nuestro cuerpo y sabemos que los cuerpos físicos mueren.

El profesor afirma que el biocentrismo explica que el universo solo existe debido a la conciencia de un individuo sobre él mismo y que los conceptos de espacio y tiempo sólo son meros instrumentos de la mente. Robert Lanza da respuesta al gran enigma de la existencia humana a partir de la teoría del biocentrismo, algo parecido a la idea de universos paralelos donde hay un número infinito de universos y todo lo que podría suceder ocurre en alguno de ellos. El profesor argumenta que cuando morimos, nuestra vida se convierte en una “flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso” (?).

“La vida es una aventura que trasciende nuestra forma lineal ordinaria de pensar; cuando morimos, no lo hacemos según una matriz aleatoria, sino según la matriz ineludible de la vida. La muerte no existe en un mundo sin espacio ni tiempo. La inmortalidad no significa la existencia perpetua en el sistema temporal, sino que se encuentra completamente fuera del tiempo”, cerró el particular científico.

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