La nefasta práctica del criadazgo en el Paraguay

(PRIMERA PARTE)

Miles y miles de niñas son explotadas como esclavas en hogares de familias, sin derechos de ningún tipo y sufriendo muchas veces el escarnio del abuso sexual.
Miles y miles de niñas son explotadas como esclavas en hogares de familias, sin derechos de ningún tipo y sufriendo muchas veces el escarnio del abuso sexual.

Una situación lamentable, cruel e inhumana saltó nuevamente al tapete estos días, con la muerte de una adolescente de 14 años en la zona de Vaquería, departamento de Caaguazú, en donde la misma se desempeñaba como una de las tantas “criaditas” en la casa de un ex militar. Supuestamente porque vio a la menor besándose con un albañil, historia que no se sabe si es cierta o no, el desalmado ex milico la apaleó brutalmente con un palo de madera, causándole lesiones que llevaron a su muerte. Y lo más absurdo, es que la agente fiscal del caso decidió imputar al autor del hecho apenas por homicidio culposo, es decir, que no hubo premeditación y que lo ocurrido fue simplemente “un accidente”. Y peor aún, la esposa del ex militar, quien fue testigo y cómplice de los maltratos permanentes que sufría la inocente víctima, ni siquiera fue imputada. Realmente nefasto y aberrante. Sobre los motivos reales de la paliza, se especula que el hombre sufría de celos desmedidos al ver a la muchacha besarse con otro hombre, ya que presuntamente abusaba sexualmente de la misma, o entonces, tenía intenciones de hacerlo.
La víctima fatal fue parte del ‘tradicional’ sistema de padrinazgo paraguayo, en donde una familia de recursos trae a vivir a su seno a un ahijado/a que no pasa los 15 años del interior del país con el fin de darle supuestamente una mejor calidad de vida. Se les ofrece una vida digna, un techo, comida, educación y todo lo que necesitan, pero lo que ocurre en realidad es que se convierten en esclavos de sus tutores, sin derecho siquiera a estudiar.
Es una cultura profundamente arraigada en el Paraguay, en donde miles de niñas de entre 5 y 17 años que fueron entregados por sus familias pobres viven en otros hogares en condiciones indignas y con maltratos; la esperanza de asegurarse la escolaridad, lejos de cumplirse.
Llamativamente en pleno siglo XXI, el criadazgo no es una institución exclusiva de Paraguay. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), que tiene un programa para la erradicación del trabajo infantil (IPEC), estima que en el mundo hay unos 15 millones de chicos en esta condición.
El criadazgo encuentra su caldo de cultivo en regiones con pocas posibilidades de ascenso social y gran inequidad. Paraguay es en efecto el único país de la región donde, pese a los tiempos de bonanza para las commodities que le permitieron crecer a un ritmo sostenido del 5% anual, la desigualdad siguió aumentando en los últimos años, y hoy el 20% más rico concentra el 53% de la riqueza, mientras que el 20% más pobre lleva sólo el 4%.

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