PAPIS, NO ME CAMBIEN POR EL “CELU”

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MUCHOS PADRES PRESTAN MAS ATENCION AL TELEFONO QUE AL HIJO

Una realidad conmovedora se desprende de este relato, en donde un niño le pide a sus padres que lo traten como a su teléfono celular, ya que éste muchas veces recibe más atenciones y cariño de los adultos, que los propios niños. Es un fenómeno que se da en estos tiempos de la tecnología de avanzada, de los Smart phones, que cada vez más nos alejan de nuestros hijos, que crean barreras entre las familias, porque las personas ya no conversan siquiera, sino todos están solo mirando sus teléfonos, ya sea para chatear, para mirar fotos, videos, o jugar juegos, mientras los niños quedan descuidados y alejados del cariño paternal que tanto quieren y necesitan, para formarse en personas de bien.

Todos están padeciendo cierto nivel de adicción a los teléfonos móviles, pero pocos padres saben el daño intelectual y emocional que esa adicción puede provocarle a sus niños, especialmente a los más pequeños. Según estudios de neurociencia, en los primeros tres años de vida es cuando más rápidamente se desarrollan las capacidades lingüísticas, emocionales, sociales y motoras del cerebro. Por ejemplo, en ese periodo se forman entre 700 y 1 000 nuevas conexiones neuronales por segundo. El desarrollo del vocabulario comienza entre los 15 y los 18 meses y continúa hasta los años preescolares.

Los sicólogos advierten que cuando los padres dan más prioridad a sus actividades digitales que a sus hijos, pueden haber consecuencias emocionales profundas para el niño. Los niños interpretan este comportamiento como evidencia de que ellos no son lo suficientemente importantes o interesantes para sus papás, se sienten rechazados y esto afecta la relación con los padres, la autoestima y su desempeño social. Cuando se piensa en interacciones cara a cara, es común imaginar a un padre con su hijo mayor de 5 años. Pero según explica el Dr. Jack Shonkoff de Harvard cuando un bebé escucha a la gente a su alrededor hablándole por unos meses, al poco tiempo comienza a responder con sonidos, balbuceos, o chillidos.  Shonkoff destaca que la importancia de hablar y escuchar a los niños no debe disminuir en la medida que crecen. Todo lo contrario, los padres deben hacer un esfuerzo por interactuar de forma más afectiva y poner reglas en casa para limitar el tiempo que los niños dedican a ver la tele, jugar video juegos o con la computadora.

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