CIUDAD DEL ESTE (politiquería parlamentaria, por José Luis Simón) Un Riera nada senatorial incendia con la mirada, el rostro petrificado por la furia, mientras dispone el cuerpo en posición de asalto final para reducir a polvo a Paraguayo Cubas, el incendiario cobarde e irresponsable provocador politiquero de nuestra debilitada institucionalidad republicana y constitucional.

Cubas es el más visible y mediático entre quienes a diario nos acercan al momento del gran estallido final de nuestra democracia de mala calidad y no para superar sus males. Cubas es coherente en su rol de cobarde provocador populista y demagógico, y al menos objetivamente apoya a los poderes fácticos que nos amenazan. En la foto, con las manos en la espalda, tan “pacífico” él, se escuda tras quienes intentaron que la sangre no se vertiera.

Un testigo de los repudiables hechos que desató me dice que los brazos en cruz que vemos en la foto pertenecen al senador Sixto Pereira (FG). Felicitaciones a él y a los que aparecen para restablecer el orden perdido en la más importante institución de una democracia constitucional y representativa.

“Una buena foto periodística vale más que mil palabras”, es uno de los dogmas, un lugar común, que todos los aprendices escuchábamos apenas habíamos iniciado nuestro babear en una redacción periodística. En ellas también aprendí, de algunos maestros, y con humildad lo recuerdo ahora, que la mejor foto de quien será por mérito propio un gran reportero gráfico, jamás logra decirnos más que fragmentos de la historia que atesora. Eso lo aporta la palabra escrita, que salvo en las excepciones de los grandes escritores, la mayoría de las veces no logra separarse del fenómeno (Kant) para elevarse al concepto que lo explica al definirlo.

La intención de estas líneas es hacer hablar a algunas imágenes, un tanto más allá de su mera reproducción gráfica. Felicitaciones al reportero gráfico de “abc color”, me dicen que se llama Celso Ríos el autor de estos documentos, porque solo los buenos en su arte y técnica logran aprovechar lo que Gastón Bachelard (un epistemólogo francés de las ciencias sociales, en la segunda mitad del siglo XX) denominaba la “intuición del instante”, es decir, la chispa creativa, el bing-bang en el conocimiento científico.