CIUDAD DEL ESTE (realidad fatídica, por Esteban Roa) Esta es una historia sobre la triste realidad que viven muchas personas en estos tiempos difíciles, en que la vida y la muerte se conjugan en el nombre de una pandemia con nombre científico Covid-19, aquella que nosotros conocemos con el nombre vernacular de resfrío agravante o neumonía, donde se utiliza para la gran estafa global en este milenio, que trae consigo llanos y quebrantos, desesperación y angustia, incertidumbre del accionar de este gobierno colorado manejado por un incompetente pendejo olor a leche Mario Abdo Benítez, y sus comitivas, médicos cretinos, enfermeras sin – vergüenzas, ministros farsantes, mentirosos y medios comprados con el dinero prestado para combatir la pandemia de 1600 millones de dólares y que de propina llegaron también algunas donaciones que oscilarían 67 millones de dólares. Que fueron a parar no se puede decir ni se sabe adónde, porque se sabe. Fueron a parar en lujosas mansiones, camionetas de alta gama, estancias por el Chaco y utilización de caprichos carnales, algunos de sexo opuesto y otros del mismo sexo, los penerianos y las clitorianas.
Esta es la historia relatada por un terapista, que narra que cae la noche sobre la UTI, una cama libre, va el segundo paciente que fallece en la misma cama en dos días. Uno de ellos de 52 años, decía no querer que le intuben, “no quiero salir en un bolsa negra”. Lo convencimos ya que era su última oportunidad de vida, accedió. Antes de sedarlo apretó mi mano y dijo que le apenaba ese momento no haber podido despedirse de su hijo, y que Dios nos bendiga a quienes estábamos ahí. Lo sedamos y lo intubamos, no lo logró, no lo logramos.
No basta con tener el conocimiento, las ganas, la entrega, el amor por la profesión, si no tenemos las armas: medicamentos, insumos, materiales. Cómo vamos a la guerra sin armas, cómo podemos defender la vida sin tener con qué luchar? Una batalla desigual, en la que vamos perdiendo!, relata este médico intensivista, ya que no tenemos terapeutas, de que nos sirve un hospital de 500 mil camas, para coordinar el servicio de terapia intensiva, porque estas camas vienen preparadas para salvar la vida del paciente.
Ahora bien, según nos confidenció una profesional médica, cuyo nombre no revelaremos porque correría riesgo de vida, ésta nos reveló que en los hospitales regionales del Paraguay, también en IPS y en algunos nosocomios privados, son dos los fármacos aplicados a los pacientes que están en UTI por día para tratar de revivirlo o sanarlo, el Remdesivir y el Corticosteroide, uno a las 7 de la mañana y el otro a las 9 de la mañana. Tiene un efecto compuesto de sanación, pero cuando uno no es aplicado, el accionar del remedio se debilita y la reacción colateral es que a los cinco días de no medicarlo correctamente, el corazón colapsa y sucede el definitum coronam opus, el deceso del paciente. Es por eso que hay tantas muertes en nuestros hospitales, debido a esta situación, que prácticamente es una eutanasia de los enfermos con neumonía. Y estas son las realidades que acompañan esta pandemia, donde medios alquilados producen cada día muertes, en donde cuando fallece el paciente, no se le permite hacer ningún acercamiento para la autopsia, porque al hacerlo vería que la sangre se le coaguló, sinónimo de trombosis, o neumonía. En fin, hay muchos dimes y diretes manejados por nuestros médicos, algunos que son leales a su profesión todavía no descubrieron, cómo porqué y cuando esto puede ser letal y a aquellos que después de dar el visto bueno que su paciente falleció por covid, este pasa por el banco a hacer unos arreglos monetarios, relató una enfermera y una médica de un hospital de la décima región a este medio, que no podremos revelar su nombre ni en qué sector trabaja, porque si fuera así, sería ponerle el cáñamo al cuello.