CIUDAD DEL ESTE (Reflexión por Redacción) Sabemos que a todos en algún momento nos tocará abandonar a nuestros seres queridos y partir al más allá, sin embargo hoy, que aún estamos con vida queremos compartir con ustedes el relato de una sub oficial de policía quien nos solicitó mantener en el anonimato esta anécdota paranormal con un trasfondo tan lleno de amor y nostalgia que te harán soltar unas lagrimitas y refrescarán el corazón de quienes han perdido un ser querido y estrujará un poco la garganta de quienes aún están con sus seres queridos pero por diversas razones no se encuentran en buenos términos, quizás este relato te anime a arreglar las cosas con tus padres o hermanos.
“Realizábamos nuestro recorrido como de costumbre, eran ya casi las 03:00 AM, circulábamos por una colonia con calles muy estrechas… todo parecía estar en total tranquilidad cuando de repente de una calle salió una señora (ya de edad) pidiendo ayuda.
Sus gritos de desesperación podían escucharse desde muy lejos, rápido nos acercamos a ella y le preguntamos qué pasaba, nos indicó que su yerno estaba golpeando a su hija, que por favor la ayudásemos o ese hombre era capaz de matarla, le dijimos que subiera a la unidad y nos indicó por dónde llegar al domicilio y le pedimos se quedara afuera para que en cuanto llegara el apoyo les indicara cuál era la casa para que entrarán de inmediato.
Llegamos casi tirando la puerta ya que hasta la calle se escuchaban los gritos de aquella mujer que era sometida por su pareja sentimental, no nos quedó de otra más que derribar la puerta, entramos al domicilio y mi compañero logró someter al hombre que enfurecido trataba de defenderse mientras yo auxiliaba a la mujer que ensangrentada se aferraba a mí.
Unos minutos después escuchamos que se acercaba una ambulancia y dos patrullas más que llegaron en nuestro apoyo, los paramédicos atendieron a la mujer que entre llanto nos daba las gracias, le dijimos que no nos agradeciera a nosotros sino que fue su mamá quien salió a pedir ayuda y por suerte nos encontró cerca.
En ese momento tuve una experiencia que nunca voy a olvidar… Aquella mujer, sorprendida nos preguntó:
– ¿Mi mamá? –
Le volvimos a responder:
– Si, tu mamá. –
Volvió a soltar en llanto diciendo:
– Eso no puede ser posible, mi mamá tiene dos años de fallecida… –
Yo solo giré la cabeza a dónde mi compañero y nos quedamos viendo casi en pánico. Les preguntamos a los compañeros si pudieron ver a una señora, les describimos como era, pero ellos solo respondieron que cuando llegaron no había nadie.
Desde esa noche estoy segura que quienes ya se fueron de este mundo, siguen cuidando de nosotros aún después de la muerte.”
