Cuando pensamos en una primera cita, y en el ritual de cortejo humano, una de las primeras imágenes que aparecen en nuestra mente es la de una cena romántica.
Una nueva investigación indica que existiría un sentido práctico en asociar el comer con la seducción. El estudio, realizado por científicos de la Universidad de California y publicado recientemente por la revista Appetite, sugiere que las mujeres son más receptivas a las imágenes románticas cuando no están hambrientas. Como repite la sabiduría popular: “Panza llena, corazón contento”.
En el experimento participaron 20 mujeres, de entre 18 y 25 años, todas de peso promedio. En una primera etapa las participantes, que habían ayunado por ocho horas, fueron expuestas a imágenes “románticas” y a otras neutras mientras se observaban sus reacciones cerebrales a través de una Resonancia Magnética. Acto seguido, cada una de ellas fue alimentada con un batido energético de alto valor proteico, y se escanéo nuevamente su respuesta cerebral a los mismos estímulos. Los investigadores encontraron una respuesta significativamente más alta a las imágenes románticas cuando las mujeres habían sido alimentadas.
Otra parte de la investigación se centró en detectar las diferencias neuronales a los estímulos románticos después de haber comido, en mujeres que habitualmente se sometían a dietas. La psicóloga y neurocientífica Alice Ely, autora del estudio, remarcó que aquellas que regularmente hacían dietas mostraron mayor actividad cerebral que las que no acostumbraban a limitarse en su alimentación; particularmente en áreas del cerebro asociadas a la recompensa.