CIUDAD DEL ESTE (Reflexión, Redacción) Seas hombre o mujer, ponle atención a tu pareja, no dejes que la rutina les robe lo que una vez tuvieron.
Ella – me fuiste infiel.
El – si
Ella – eres igual a los demás, un perro, mujeriego, mentiroso, prostituto, zorro.
El – creo que sí lo soy.
Ella – lárgate de mi vista, no quiero verte nunca más en mi vida.
El – está bien, pero antes déjame decirte algo y me largo de tu vida .
Sabes bien que mi trabajo no es estar enfrente a una computadora, ni estar atrás de un escritorio, ni contestando un teléfono, mi trabajo es pesado, día a día me levanto a las tres de la mañana para irme al trabajo, no tengo hora de salida.
Ella – mi trabajo también es pesado y no me quejo ni por eso te fui infiel.
El – lo sé y estoy consciente y no me justifico.
Ella – apúrate que te tienes que marchar ya no quiero verte.
El – está bien pero en lo que agarro mis cosas déjame terminar.
Cada vez que llego a casa, llego cansado, casi muerto, rendido y sé que tu trabajo es cansado para ti y llegas igual a casa; yo llego y me baño, me afeito, me echo colonia para ti, saco fuerzas extras para ti y tú muchas veces ni cuenta te das.
Llega la hora de dormir y vamos juntos a la recámara, todo apunta que nos desvelaremos hoy por la noche, pero no es así, cuando yo te busco me respondes; ahhh ya vas a empezar a fregar, estoy cansada, me duele la cabeza y no aguanto los pies.
A mí también me duele mi cabeza y mi espalda, mis manos están callosas, mis piernas ya no las aguanto, mis pies no digamos los cargo quemados de estar con botas todo el día.
Muchas veces me he acostado sin nada de ropa a tu lado y no te has percatado de eso.
Ella – si, pero otras veces he aceptado.
El – si lo sé, pero me dices que me apure, que tienes sueño y que tienes que madrugar.
Yo también tengo que madrugar, yo también tengo sueño, pero te necesito como mi esposa, mi compañera, mi amiga, mi amante, necesito sentir tu piel, escuchar el latido de tu corazón, tu respiración, hacerte mía y yo tuyo.
Pero estabas siempre cansada, de mal humor y por más que te lo decía no te importaba, eras tú y tu trabajo, nada más!
Muchas veces ni beso de buenas noches había y al día siguiente no prestabas atención cuando me iba a trabajar.
Y ella apareció, jamás te quise lastimar, ni mentirte, mucho menos engañar, pero las cosas se dieron poco a poco, la atención que tú ya no me dabas ella me la daba, el tiempo que tú preferías estar durmiendo ella quería estar desvelándose chateando conmigo y tú nunca te diste cuenta de eso.
Y una cosa llevo a otra y terminé enredado en su piel, atrapado en sus brazos, perdido en su mirada y me siento mal porque muchas veces al verla a ella quisiera que fueras tú.
Pero si, tienes razón, ahora sí soy un mujeriego, mentiroso prostituto, zorro y todo lo que me quieras llamar, pero dejé de mendigarte un abrazo, un beso, una caricia y sobre todo, dejé de mendigarte amor.