Por Carlos Roa
Lamentablemente, el Paraguay es un país que tiene fama de país corrupto, piratero, desigual, y cuantos otros epítetos uno pueda imaginarse. Esa mala fama proviene principalmente por culpa de politiqueros irresponsables, ególatras, carentes de sensibilidad, valores y dignidad, que sólo piensan en su beneficio propio, antes que mirar el bien común.
La ciudadanía paraguaya debe hacer lo necesario para poner fin a la fama de ser uno de los países más corruptos del mundo, donde la burocracia y la intervención estatal no solo hacen florecer las coimas y los negocios turbios, sino que crean un clima altamente desfavorable para toda la actividad económica, en especial, para la inversión. En esto juegan un rol principalísimo la eficiencia e independencia del Poder Judicial.
Pero no depende apenas del poder judicial, otro de los grandes inconvenientes es la inconsciencia de los funcionarios públicos, que solamente están en sus cargos para enriquecerse ilícitamente. Hablamos de diputados, senadores, contralores, funcionarios de entes del Estado como Petropar, IPS, INC, las binacionales Itaipu y Yacyreta, los ministerios, en fin, la mayoría están manchados por la corrupción y gracias a la impunidad de la cual estos se benefician y vanaglorian.
Un presidente de la República que prometió ser diferente, que prometió marcar un nuevo rumbo a quien le creímos todos, pensando porque era nuevo en la política, podríamos darle una oportunida, pero hoy nos damos cuenta que una vez más cometimos un gran error, porque está dejando el país endeudado por treinta años, y cuando asuma un nuevo presidente, estamos segurísimos que no será imputado por los crímenes y desfalcos cometidos en su administración, con la jauría de lavadores, comerciantes turbios, negociados amañados, en fin, todo esto quedaría en opa´rei, él con toda la guita y nosotros, pueblo paraguayo, pagando las cuentas.
Pero no podemos apenas hablar de los funcionarios públicos, también debemos hablar del segmento que me toca, que es el periodismo, en donde lastimosamente son muchos los “colegas ndaje”, quienes creen que denigrando y atacándome, aparentarán ser más honestos ante la sociedad. Craso error! Con sus calumnias y mentiras, lo que hacen es embarrarse más aún ellos, porque no tienen argumentos para tantas calumnias, injurias y difamaciones. He demostrado en reiteradas ocasiones que no poseo ningún tipo de antecedentes y aunque ellos insistan en endilgarme máculas, permanezco sereno y tranquilo, porque el que nada debe, nada teme.
Al contrario, son los que buscan embarrarme los que actúan de manera muy dudosa, y hasta necesitan unirse con otros ex directores de medios, para mantener a flote sus pasquines. Ni siquiera pagan salario a sus funcionarios, pero viven una vida a todo lujo, acaso eso no es también ser deshonesto? Es por eso que digo que resulta muy difícil vestirme de blanco, en un lugar donde abunda el barro. Quiera o no quiera, uno acaba manchado por la pestilencia de la corrupción, de los dimes y diretes, de las infamias propagadas por gente envidiosa o de oscuras intenciones. Pero no por eso, voy a dejar que mancillen mi buen nombre en vano y seguiré contando las verdades, como dice el gran Herken Krauer, “aunque duela decirlo, hay que decirlo”.