NACIONALES (Reflexión, por Esteban Ross) A lo largo de mi vida, he escuchado a la sociedad decir que todos los hombres son iguales. Pero saben algo, no siempre es así. Existen hombres que son diferentes, aquellos que se quedaron a cuidar a sus hijos, y no se metieron a cantinas. Los que entienden que una resta no borra una familia, y hacer el trabajo de una madre no les quita mérito.
Existen hombres con corazones rotos, los abandonados, traicionados, pero de total entereza. Los que saben que no llevan el rol de una madre, sino el papel que les correspondió por amor a sus hijos.
Existen hombres que dejaron cervezas por preparar biberones, los que después de llegar del trabajo tienen tiempo para jugar con sus niños. Para ellos, la vida es más difícil que la de una madre soltera. Aprendieron a moverse en la cocina, a diferenciar la ropa blanca de la de color, a pegar botones, y a suturar corazones. Son los que deben explicar el porqué de un abandono y por qué una mamá nunca fue a un festival en su día.
Existen hombres que han sembrado espinas para cosechar corazones, los que saben que ser padre se celebra todos los días, no solo un tercer domingo de junio. Son aquellos que se levantan cada día con la firmeza de dar lo mejor de sí mismos, demostrando que no todos los hombres son iguales y que muchos cumplen su rol con amor, sacrificio y responsabilidad.