NACIONALES (Realidad fatídica, por Carlos Ross) El pasado 5 de febrero, el vídeo íntimo de una menor de 16 años teniendo relaciones sexuales con su novio de 18 años fue subido a la propia cuenta de Instagram de la joven. Todo apunta a que quien subió el video fue la pareja de 18 años porque tenía acceso a la clave y que para este acto contó con la ayuda de su hermana y de otra joven, quienes también tenían acceso a la contraseña de la red social. Rápidamente, este video se viralizó causando un terrible daño no solo en la imagen de la adolescente sino también en el aspecto psicológico, emocional y social. Esta es la nueva forma de venganza que utilizan para humillar y perjudicar a la ex pareja.
Las denuncias de pornografía de venganza han tenido un notable aumento en nuestro país y muchas veces los involucrados son personas muy jóvenes quienes, lamentablemente, no tienen noción de la gravedad del hecho. No solo al momento de compartir imágenes o videos de su ex, sino también al iniciar la relación, cuando recién se están conociendo y todavía están en la fase de coqueteo y conquista. Es muy común que adolescentes y jóvenes tomen como algo normal el compartir imágenes de contenido sexual, generalmente por WhatsApp. Aunque esta aplicación tiene la herramienta de predeterminar la visualización de algunos contenidos para que se vean una sola vez, esto es fácilmente eludible. Además, hay muchos hombres que escriben a las señoritas con el único fin de conseguir sus fotos o videos para luego compartirlos en grupos de WhatsApp o Facebook.
Debemos recordar que estas acciones tan despreciables no solo afectan a la moral, sino que además están penadas por la ley. Cuando una persona difunde imágenes o videos, incluso una grabación de audio que fue realizada sin la autorización de la otra persona, está cometiendo un delito. También, al compartir contenido íntimo o reenviar estos contenidos por cualquier medio, haciéndolo a otros grupos, a otras personas o difundiéndolo en redes sociales, esto también es un delito porque se está difundiendo sin autorización de quien aparece en las fotos o videos. La única persona que puede difundir ese contenido es la misma que lo produjo.
Siendo la práctica del sexting algo muy común entre parejas, el envío de contenidos de tipo sexual, la divulgación de este contenido sin autorización está configurada como un delito.
La normativa establece hasta dos años de pena privativa de libertad o multa a personas que escuchen, graben, almacenen o divulguen cuestiones íntimas de una tercera persona sin su consentimiento. Esta acción penal pública no solo se aplica a parejas, sino a toda persona que resulte involucrada en la circulación de informaciones de este tipo. En Paraguay ya hubo casos donde un celular fue robado o llevado a reparar y de ahí se tomaron las imágenes o videos almacenados y se difundieron.
