REFLEXIÓN (por Redacción) Hay momentos en la vida en los que resulta extremadamente difícil decir adiós a una persona que, poco a poco, nos está destruyendo por dentro. Puede ser tu pareja, tu cónyuge, o cualquier otra relación cercana. Sin importar cómo se llame, a veces seguimos atados a esas relaciones, incluso cuando nos hacen daño.
Nos volvemos adictos al dolor, a la tristeza, al engaño y a la destrucción emocional. Perdemos de vista algo fundamental: la persona que realmente quiere estar a tu lado, jamás te fallará. No hay excusas, mentiras ni juegos emocionales.
Nadie merece ser la segunda opción de alguien. No importa cuánto creas amar a esa persona, deberías preguntarte si lo que sientes realmente es amor, o si es una dependencia emocional disfrazada. Quizás estés atrapado en una búsqueda constante de atención, en una adicción a lo inalcanzable o a lo ausente.
No tienes que mendigar amor. No regales tu tiempo a alguien que solo ofrece mentiras, ni entregues tu corazón a quien lo desprecia o lo trata como algo sin importancia. Si alguien juega contigo o con tus sentimientos, esa persona no merece ni un mínimo de tu cariño.
Es importante dejar de justificar actitudes dañinas. No existen personas “confundidas” o marcadas de tal forma por su pasado que no puedan actuar con claridad. Esa es solo una excusa más. Al final, quien realmente quiere estar contigo no inventa historias, no alimenta enredos y no se esconde tras falsedades o promesas vacías.
Deja de pedir limosnas emocionales. No ruegues por amor, atención o cariño. Las excusas no valen nada. Si alguien realmente te ama, lo demostrará con hechos, no con palabras vacías o lágrimas de arrepentimiento que solo buscan manipular tus emociones.
Y sobre las segundas oportunidades, reflexiona: si alguien no aprovechó la primera, ¿qué te hace pensar que valorará la segunda? No te dejes engañar por cuentos de hadas. En la realidad, las personas que fallan una vez probablemente seguirán haciéndolo. No es que estén confundidas, sino que simplemente no quieren perderte por conveniencia, aunque no sientan nada real por ti.
Valórate. Quiérete. Libérate de aquello que no te suma, porque mereces algo mejor: alguien que te respete, te valore y te ame sin condiciones ni engaños.
