Aunque la segunda guerra mundial terminase hace 70 años, las consecuencias de la misma y de los actos de los nazis siguen coleando hasta nuestros días, ya que aún sobreviven algunos de los protagonistas de tan oscuro episodio de la historia. Una de las sensaciones más habituales entre el pueblo alemán es la de no haberse hecho todo lo que se podría por llevar ante la justicia a los culpables de la muerte de varios millones de personas.
Sin embargo, el país germano parece estar poniéndose al día intentando que algunos de los cómplices de campos de concentración como Auschwitz paguen sus deudas ante la justicia. El último caso es el de una mujer de 91 años que actualmente vive en Schleswig-Holstein, el estado más septentrional de Alemania, y que fue operadora de radio para las SS entre abril y julio de 1944, cuando tenía 20 años.
Durante mucho tiempo, las leyes alemanas mantuvieron que sólo los líderes nazis podían ser responsables de los crímenes del Holocausto
Si tan llamativo resulta este caso es porque la acusación la ha culpabilizado de la muerte de 260.000 personas en el campo de concentración de Auschwitz (un poco menos de la población total de una ciudad como Gijón), aproximadamente la cantidad de judíos que fueron eliminados allí durante el período en el que la alemana trabajó para las SS. Aunque obviamente no es la causante material de todas las muertes, ha sido considerada como cómplice de las mismas ya que participaba y era plenamente consciente del funcionamiento de los campos. La identidad real de la mujer se desconoce, ya que las leyes alemanas protegen su privacidad. El veredicto será decidido el próximo año.
LOS RESTOS DEL HOLOCAUSTO
Como recuerda ‘The Telegraph’, la tardía persecución de los cómplices de Auschwitz se debe a las repetidas acusaciones de no haber hecho lo suficiente a la justicia alemana: tan sólo 50 de los 6.500 trabajadores de las SS que por allí pasaron han sido encarcelados. Durante mucho tiempo, las leyes alemanas mantuvieron que sólo los líderes nazis podían ser responsables de los crímenes del Holocausto; sin embargo, esto cambió en 2011, cuando John Demjanjuk, un guarda de las SS, fue considerado culpable de ser cómplice del asesinato de 27.900 personas en el campo de Sobibor.
Ello abrió las puertas a una catarata de denuncias y de persecución por parte de los fiscales alemanes. Sin embargo, uno de los escollos más importantes ha sido la avanzada edad de los acusados, que en la mayor parte de casos ha impedido que estos se pudiesen presentar al juicio. En el caso de esta mujer de 91 años, la acusación ha señalado que aún no tienen ninguna información que justificase su no comparecencia. Oskar Groening escucha el veredicto el pasado 15 de julio. (Reuters/Axel Heimken)
El precedente más claro es el de un hombre de 94 años en una situación muy semejante a la de la anónima alemana y que finalmente fue condenado a cárcel. Se trata de Oskar Groening, el conocido como “el librero de Auschwitz”, y que solicitó su perdón en el arranque del juicio en el que fue incriminado por la muerte de 300.000 personas en dicho campo de concentración. “Para mí no hay ninguna duda de que tengo la culpa moral”, explicó a los jueces durante su comparecencia en Luenenburg. Aunque, como ocurre con la nueva encausada, nunca fue el autor material de ningún crimen, Grogening admitió que conocía a la perfección lo que estaba ocurriendo con los prisioneros.
El propio Groening admitió haber sido un nazi entusiasta y haber trabajado en Auschwitz entre mayo y junio de 1944, un período de tiempo muy semejante al de la mujer de 91 años, con la que probablemente coincidiría. Su rol era revisar el equipaje de los prisioneros para enviar todo el dinero recuperado a los nazis, ya que los judíos “no lo necesitaban”. Fue en Auschwitz donde Groening descubrió las ejecuciones en las cámaras de gas, y su testimonio sobre el campo de concentración es de gran valor puesto que es uno de los pocos ofrecidos por los nazis. Aunque en su día hubo quien afirmó que podía tratase del último juicio contra un miembro de las SS, la nueva causa desmiente tal punto y sugiere que, tarde o temprano, pueden producirse más casos semejantes.