Alegría de pobre dura poco, una selección de megalómanos

PARECE QUE EL ÚNICO RUSO QUE VEREMOS, SERÁ FRANCISCO RUSO

CIUDAD DEL ESTE (Deportes, por Carlos Roa) El pasado martes 04 de setiembre en el estadio Defensores del Chaco se enfrentaron las selecciones de Paraguay y Uruguay, donde la previa se hizo sentir desde las 6 de la mañana en casi todos los medios, por todo tipo de comentaristas, deportivos, farándula, de política inclusive de historias. Y al finalizar el partido con la derrota de 1 a 1 del seleccionado paraguayo, aparecieron los profesores de matemática, sumando los golpes, perdidas, empates, lo que se ganó y si hay posibilidad todavía que esta selección paraguaya mezclado con algunos curepí (sin xenofobia) del tal Lucas Barrios, que parece más un jugador de fútbol, pero con bombachita de ñanduti, que tal vez no podía correr, porque los hilachos del tejido le entraban en el trasero. Un topo que chiqui sabía que no estaba bien, pero igual le hacen jugar. Y luego de media hora ya muestra el giro de los dedos, pidiendo cambio, gastando al santo comino una reposición.

Desde hace tiempo venimos pedaleando para que el fútbol no sea más, como siempre tuvieron como formato la selección paraguaya, el de a los zapallazos, tirar centro por si cae en la cabeza a alguien, como ocurrió con Chile, Romero tiró centro y cayó el esférico por la cabeza de Vidal, el chileno que convirtió un golazo en contra. Y solo así puede comenzar a ganar la selección paraguaya. No tiene estructura para jugar de toque, de pases precisos y mucho menos de jugadores con la calidad de Romario que en los 90 minutos, lo que más hace es invadir el área del adversario, dejando estos turulatos de tantos driblings y con miedo que en cualquier momento dé el zapatazo y el esférico vaya al fondo del adversario. Antiguamente le llamaban el león guaraní al tal Haedo, que se pasaba corriendo y los comentaristas decían que guapo, manga de tarambanas, cínicos, principalmente Bruno Pont, que no dicen la verdad y hasta queremos creer que reciben una paga por debajo de la mesa de jugadores que no están en condiciones para hablar mucho de él y así él podría participar del encuentro y ganarse una platita. Acá el negociado primero, el fútbol después y si sale, el gol. Pero como dice el adagio más escuchado estos días: no todo está perdido, así como cuenta la historia, que a Napoleón ni a Hitler le fue bien irse a Rusia. Parece que el único ruso que vamos ver nosotros es a Francisco Ruso.

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