El fin de semana último, un ómnibus de la empresa Canindeyú literalmente fue tragado por la Ruta III, en el tramo que va por parte de Santaní. Por milagro, no hubo heridos, pero este accidente evidencia una vez más el pésimo estado en que se encuentran las rutas de este país. Pero sin embargo cuando en el diario La Nación del clan Cartes sale en grandes titulares “obras viales en Paraguay demandaron 1.080 millones de dólares para hacer caminos”, pero seguramente sería el mismo modus operandi del tendotá, que en aquel entonces fue el que pagó por estas “super” obras, con un montón de fallas, pero con un alto costo para la repartija del botín entre él y sus secuaces del MOPC, dijo un allegado a este medio.
Las fuertes lluvias de las últimas horas en el lugar y los raudales formados, terminaron por hacer ceder parte de la ruta III en este punto, dejando un “cráter” de considerables proporciones. Según el relato de los pasajeros, el bus primeramente quedó con la parte frontal para abajo, ya dentro del enorme hueco, mientras la parte trasera permanecía fuera, con sus ruedas todavía sobre parte del asfaltado.
Este momento fue aprovechado por los pasajeros quienes rompieron el vidrio trasero y escaparon por esta vía, solo minutos antes que el ómnibus termine completamente tragado, lo que hubiera causado la muerte de varios por ahogamiento. Hace tiempo que venimos criticando el “asfalto pororo” que tenemos en las principales arterias del país, que llamamos “rutas internacionales”, pero que no responden a los estándares de calidad que rigen en la materia, porque son fabricados por ingenieros con diplomas de cartulina y que no tendrían la capacidad de construir una ruta de arena en la playa de algún arroyito, mucho menos encargarse de la seguridad de miles de personas.
En los lugares donde la tierra es arcillosa o donde hay aguas subterráneas, evidentemente se tiene que hacer trabajos de relleno, o entonces plantación de empastado para evitar derrumbes y deslices, pero claro, como la construcción de asfaltados, que son licitados a precios millonarios, pero luego son invertidos apenas el 20% mientras el resto es “tragado” por las autoridades del MOPC, de la empresa contratista y el propio mandamás de turno. Ojalá alguna vez que tengamos autoridades con valores y principios, y dignidad humana, y sobre todo, sean patriotas honestos, y no sin – vergüenzas.