CIUDAD DEL ESTE (Internacionales, Redacción) La deforestación de los pocos bosques nativos que quedan en Alto Paraná marcha a pasos agigantados. Agentes policiales de la zona de Yguazú constataron estos días un grave delito ambiental, en tierras de la Cooperativa Yguazú, situada en el distrito del mismo nombre. Responsable del crimen contra la naturaleza sería un ciudadano brasileño, quien ya posee antecedentes por atentar contra nuestro ecosistema.
Lamentablemente el Paraguay ostenta el poco honroso título de “campeón americano de la deforestación”, de acuerdo con estadísticas que la FAO lleva de 1995 a 2015. Sus cifras nos dan alrededor de 300.000 hectáreas anuales. Desde mediados del siglo pasado hasta este momento se estima que la Región Oriental perdió alrededor del 95% de su cobertura boscosa. La causa fue lo que se denomina técnicamente el “cambio de uso del suelo”, esto es, echar los bosques para cultivos agrícolas o cría extensiva de ganado.
Además, los bosques naturales fueron expoliados al máximo por los madereros y los ladrones de rollos, especialmente los que se vinculan con los compradores de la frontera brasileña. Millones de unidades de muy variados tipos de especies arbóreas fueron a parar a los aserraderos de nuestro vecino, con la complicidad de las autoridades policiales, ministeriales y aduaneras de nuestro país. Sin olvidar, por supuesto, a los “sin tierras”, que no son más que ocupantes ocasionales que, en muchos casos, se apropian de tierras con bosques, las que abandonan luego de “lampiñarlas” y después buscar otras de iguales características.
Inclusive se habló de que muchos propietarios echaron adrede sus bosques para evitar que sean codiciados por los “sin tierras”. Cuando comenzaron a promulgarse las primeras normas de protección de recursos naturales, allá por la década de 1970, daba la impresión –certera, por otra parte– de que se trataba de meros actos hipócritas de la dictadura de entonces para acomodarse a las preocupaciones por la problemática ecológica, que comenzaban a difundirse en el mundo desarrollado. El caso fue que las autoridades nacionales nada hicieron realmente para frenar la sobreexplotación de los recursos naturales que debían proteger.
Últimos informes oficiales manejados indican que entre enero del año pasado y el mismo mes de este año se deforestaron 225.000 hectáreas, lo que da un promedio de 616 hectáreas por día. La mejor excusa que poseen los que eliminan cubiertas boscosas es que supuestamente se adecuan a los porcentajes indicados por la ley. Este porcentaje es el 25% del área, lo que significa que todo propietario de bosques naturales tiene que conservar la cuarta parte de los mismos, como mínimo. Desde luego, algunos la respetan, otros no. A estos últimos no les cae ninguna consecuencia, lo cual puede notarse simplemente preguntando cuántos deforestadores furtivos o abusivos fueron procesados judicialmente en los últimos diez años, por ejemplo.
Así como este país funciona actualmente, ni se respetan las leyes naturales que establecen ciclos y límites, ni se respetan las leyes positivas que se dictan para asegurar un futuro digno a nuestros descendientes. Somos los campeones americanos de la deforestación y todavía hay gente que dice que cometemos estos abusos para “desarrollarnos” mejor. Esta mentalidad tiene que cambiar, comenzando por las autoridades nacionales y locales y continuando con los empresarios, los políticos y la ciudadanía en general; esta última, afortunadamente, es la que está marcando ahora las pautas correctas para defender lo poco que nos queda. Los deforestadores tienen que ir a parar a la cárcel. FUENTE: LACLAVE