CIUDAD DEL ESTE (Por Kevin Nohl) Lo que en un principio era el abanderado del Gobierno Nacional, con el pasar de los días fue convirtiéndose en aquel alumno pillo y peajero que avergüenza a sus semejantes. Los sonados cuestionamientos respecto a su gestión en el marco de la pandemia por el COVID-19 no ayudan en nada a recobrar la confianza perdida por el ya harto pueblo paraguayo. Para colmo, las últimas medidas sanitarias comunicadas por el capitán del barco naufragante del país no guardan coherencia en relación a los recientes sucesos más hablados.
Contacto de codo de dos grandes sin-vergüenzas
Mientras que Juan Pueblo padece la peor crisis económica en mucho tiempo, teniendo que obedecer a rajatabla las medidas de aislamiento, distanciamiento social entre otros entretiempos desgastantes, los poderosos del país hacen realidad la popular frase: “El que tiene plata hace lo que quiere.”
La visita del expresidente argentino Mauricio Macri, otro personaje cuestionable de la política latinoamericana, junto a su par Horacio Cartes sin tener el más mínimo cuidado con las medidas citadas un poco más arriba es una bofetada para la ciudadanía que perdió su empleo, perdió sus esperanzas y tiene que realizar lo imposible para seguir subsistiendo.
Ex mandatarios inmunes al COVID-19, aparentemente.
En un país medianamente serio, estos personajes ya deberían estar siendo investigados desde hace tiempo, y esto último solo sería la cereza del pastel del negro historial que acarrean. Y junto a ellos, oscurece la imagen de la cabeza del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
Bajo las amenazas de retroceder en la mal llamada cuarentena inteligente (lo que en ese caso sería el último clavo del ataúd para la moribunda economía) por el “relajamiento” de la ciudadanía, se esconden numerosos fatos a costas de la salud de la gente. Endeudamientos, sobrefacturaciones, y una justicia que solo actúa cuando se roban los pomelos del vecino.
Este esquema de corrupción quita la seriedad al “poroto”colo de Julio Mazzoleni, un “héroe” de mentira devenido a ladrón de verdad, pues todo aquel que encubre a los corruptos a su cargo termina con el mismo nivel de bajeza de aquellas ratas impunes, hambrientas del dinero público en tiempos difíciles.