CIUDAD DEL ESTE (realidad fatídica, por Carlos Roa) Fatídico día para el Alto Paraná y el Paraguay, el 1 de marzo se rememora los 150 años donde fuimos aniquilados por una triple alianza nefasta, que tan solo quería apoderarse de nuestro territorio y riquezas, alvejando a niños, ancianos y mujeres. Aquel primero de marzo marcó el final de la guerra con la batalla de Cerro Corá, donde finalmente, después de cinco largos años, cayó abatido el Mariscal Francisco Solano López. Pero en su batalla final, López demostró que se puede cumplir con la palabra empeñada. Juró defender a la patria con su vida, y murió por ella. El primer día de marzo cayó en combate, ultimado por varias heridas, la última de ellas un disparo por la espalda. Antes y después que él, cayeron cientos de miles de compatriotas, por la acción directa del enemigo, o víctimas del hambre y las enfermedades.
La conocemos como la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, pero fue un genocidio, más que una guerra. El Paraguay fue destrozado hasta sus cimientos, su territorio desmembrado, más de la mitad de su población ultimada, sus gobiernos posteriores manejados como títeres. La tierra guaraní, utilizada a su antojo por los invasores.
Es frecuente que se culpe al mariscal de estas desgracias. Elevado a la categoría de mito por sus mismos adversarios, él fue el gran protagonista de esta guerra. Todos los males le fueron adjudicados. Cualquier mérito le fue negado. López, el gran culpable del dolor paraguayo. Cuando leo este tipo de comentarios de parte de brasileños, argentinos, uruguayos (o ingleses); créanme que lo puedo entender. Asumir esa culpa gigantesca, la del genocidio de todo un pueblo, no debe ser fácil.
La responsabilidad mayor del conflicto, y la culpa del genocidio ocurrido durante esa guerra, recae en los gobernantes de los países que conformaron la infame alianza. López se redimió, más allá de sus desaciertos, y un día como ayer encontró su heroico final. A partir de esta fecha, a cada primero de marzo no solamente se recordará la muerte de un Mariscal, sino también de una inocente niña, Nadelin Martínez, de apenas 7 años, en manos de un demente maquiavélico, que la secuestró, la torturó y la incineró. Fue un día trágico para los altoparanaenses e incluso del país, esta fecha del primero de marzo estaríamos doblemente acongojados.