LOS GOLPES AL CORAZÓN
CIUDAD DEL ESTE (Realidad Fatídica, por Carlos Roa) En una paradoja de la vida, entre comparaciones, dimes y diretes, acusaciones y culpabilidades si los hombres se van, se divierten o sufren en silencio, analizan todo, comparan las relaciones, recuerdan, están con tu foto en la cama, hablan con sus amigos, hacen viajes lejos para olvidar, así como también las mujeres lo imitan, porque entre el hombre y la mujer, las diferencias no son muchas, algunas es que las mujeres la tienen cortita y los hombres, larguitos. Y hay una cosa que muchos hombres y mujeres no saben, pero ésta vez lo vamos a contar de una manera bien explayada: en la relación carnal entre el hombre y la mujer, muchas veces la pregunta más tabú es si el hombre debe tener grande o chico, para satisfacerla o hacerla llegar al éxtasis o al coito final a la mujer. Es donde muchas veces deambulan ideas en las mentes masculinas y tal vez en el de las mujeres también. Pero están equivocados la mayoría, tanto mujeres como hombres, porque el coito o el placer total de una cogida se da no por el tamaño y no por el vaivén de la penetración vaginal, sino la sensibilidad principal, tanto del hombre y la mujer, es por dos dispositivos esenciales, el del hombre es el capuchón rojizo que se encuentra en la punta del pene y de la mujer es el clítoris. Y es ahí donde se fusiona este encuentro volcánico que hace inclusive gemidos y hasta hijos. Pero volvamos al famoso golpe al corazón, son aquellas situaciones que se dan frecuentemente, en la vida de hombres y mujeres en la actualidad social de hoy día.
Es un vaivén de desencantos y recuerdos, que hacen que el hombre no pueda vivir bien viendo a su ex en brazos de otro hombre. Y se dan cuenta de que nada será como antes. Los hombres vuelven porque durante su vida aman muy pocas veces. Y cuando no aman, no pueden disimular.
Así vuelven una y otra vez a la mujer que han amado de más. Intentan volver al período feliz que han vivido junto a ella, aún sin ella. Vuelven al futuro que habían imaginado junto a ti.
Las mujeres se van para siempre. Sufren, lloran, recuerdan, viven momentos, llevan en su corazón un pedazo de él, pero no regresan. Desaparecen de su vida, pero no de su corazón y sus recuerdos. Pero se van. Para una mujer es demasiado doloroso escuchar un “Perdóname” y demasiado complicado volver con ellos. Las mujeres se van porque no pueden más, porque se destrozaron luchando por causas perdidas. No regresan, porque entienden que todo volverá a ser como antes, porque quieren ser libres, amar de nuevo, pero de forma diferente. Las mujeres se van para siempre. Pero recuerden, señores caballeros, no existe mejor trofeo para el hombre que una mujer.