PRESIDENTE FRANCO (realidad fatídica, por redacción) El fanatismo religioso es una actitud extrema que puede llevar a las personas a tomar decisiones que ponen en riesgo sus vidas y las de quienes las rodean. Cuando alguien sigue sus creencias sin cuestionar o reflexionar, y sin considerar la realidad, los hechos o la opinión de profesionales, puede acabar tomando caminos peligrosos. Esto no significa que tener fe sea algo malo, pero cuando las creencias se ponen por encima de la salud, la seguridad o el bienestar, los resultados pueden ser trágicos.
Lamentablemente, en situaciones extremas, el fanatismo puede hacer que las personas cierren los ojos a lo que es mejor para ellas y para sus seres queridos. Un ejemplo claro de este peligro ocurrió recientemente en el Hospital Distrital de Presidente Franco, donde un hombre intentó retirar a la fuerza a su bebé recién nacido, quien estaba en una incubadora. El bebé, nacido de forma prematura con solo 34 semanas de gestación y un peso muy bajo, estaba luchando por sobrevivir. A pesar de su condición crítica y de la necesidad de cuidados médicos especiales, el hombre insistía en llevárselo, argumentando que su religión no permitía que el niño estuviera internado.
La madre, por su parte, comprendía la gravedad de la situación y aceptaba que su bebé debía permanecer en el hospital. Sin embargo, el padre se negó a escuchar las recomendaciones médicas y aseguró que “Dios lo cuidaría”. Según explicó la directora del hospital, Dra. Marta Sosa, el bebé no estaba en condiciones de ser dado de alta. Presentaba dificultades para alimentarse de manera adecuada y necesitaba continuar en la incubadora con alimentación enteral para ganar peso y fortalecerse.
El comportamiento del hombre se volvió agresivo, lo que obligó al personal médico a buscar ayuda. Se llamó a la Policía Nacional, al Ministerio Público y a funcionarios de la CODENI, quienes intentaron razonar con él y explicarle las consecuencias de su decisión. A pesar de su resistencia inicial, las autoridades tuvieron que advertirle que, de no colaborar, se procedería con una denuncia en su contra y se garantizaría, por vía judicial, que el bebé continuara recibiendo los cuidados necesarios. Finalmente, el hombre desistió de su intento de llevarse al niño, aunque sigue siendo supervisado por las autoridades.
Esta situación es un recordatorio del riesgo que representa el fanatismo cuando se antepone a la lógica y al bienestar. En este caso, la vida de un recién nacido vulnerable estuvo en peligro por decisiones que no estaban fundamentadas en la realidad. Por fortuna, la intervención del personal médico y las autoridades logró evitar un desenlace trágico.
Es importante reflexionar sobre la línea que separa la fe del fanatismo. La fe puede ser una fuerza poderosa y positiva, pero jamás debería poner en riesgo la vida ni la salud. Este caso nos enseña que debemos confiar en los avances médicos y en los expertos que dedican sus vidas a cuidar de los demás, sin que eso signifique renunciar a nuestras creencias. En última instancia, proteger la vida debe ser siempre la prioridad.