HINCHAS PARAGUAYOS OTRA VEZ FUERON AGREDIDOS EN BRASIL, NO FUERON BARRAS BRAVAS, FUERON POLICÍAS

INTERNACIONAL (realidades, por redacción) El fútbol debería ser una celebración, un espectáculo de unión y orgullo nacional. Sin embargo, una vez más, Paraguay ha sido víctima de una represión brutal en suelo brasileño. Ayer, tras el partido entre la Albirroja y Brasil en el Estadio Neo Química Arena, hinchas paraguayos fueron atacados por la policía brasileña. Golpes, empujones y violencia indiscriminada marcaron lo que debía ser una noche de fútbol.

Las imágenes son claras: un paraguayo inconsciente en el suelo tras un golpe brutal en la cabeza, hinchas desesperados pidiendo asistencia médica, mientras los agentes continuaban su agresión. ¿La razón? Nadie la explica. La falta de un justificativo oficial solo alimenta la sensación de que Paraguay, dentro y fuera de la cancha, es tratado con una dureza injustificable.

En la Triple Frontera, los conflictos entre Paraguay, Brasil y Argentina tienen raíces profundas. Cada vez que estos tres países se cruzan en el fútbol, Paraguay termina perjudicado. No es coincidencia que todos los árbitros del partido fueran argentinos, una constante que ha generado desconfianza entre los paraguayos, quienes sienten que las decisiones siempre favorecen a los rivales.

El año pasado, nuevamente en Brasil, hinchas paraguayos fueron atacados por barras locales, lo que muestra que la violencia contra nuestra gente se repite. No se trata solo de un partido, sino de una falta de respeto sistemática hacia Paraguay y su fútbol.

El fútbol es más que un juego: es identidad, cultura y una herramienta de paz. Sin embargo, para los paraguayos en la Triple Frontera, se ha convertido en un campo de batalla. Se supone que el deporte combate el crimen y la violencia, pero en este caso, las autoridades mismas son las que los generan. ¿Hasta cuándo permitiremos que el fútbol sea usado como excusa para atropellar a los paraguayos?

Los incidentes de ayer son una advertencia: Paraguay debe exigir respeto, dentro y fuera de la cancha. La historia no puede repetirse una y otra vez sin consecuencias. ¡La Albirroja y su gente merecen justicia!

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