Blas significa “arma de la divinidad”. San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia. San Blas, Obispo y Mártir es objeto de una devoción muy arraigada en el pueblo paraguayo. Es patrono del Paraguay y de muchas otras ciudades del interior, entre las cuales destaca Itá, hasta donde llegan peregrinos y promeseros ataviados como el santo para demostrar algún reconocimiento o pedir la intercesión para una gracia.
Este 3 de febrero se celebra el Día de San Blas, venerado tradicionalmente como «abogado contra los males de garganta» porque uno de los milagros que se le atribuyen es la curación de un niño al que se le clavó una espina de pescado en la garganta.
Es protector de todos los males de la garganta (ya que curó a un niño que tenía una espina de pescado atravesada en la garganta). Se lo invoca en casos de afonía y de infecciones en el cuello. También se pide su intercesión en los casos de mala conciencia. De los locutores. De los laringólogos.
Identificativo principal es que lleva las ropas de Obispo porque lo fue de su ciudad natal: Sebaste Identificativo secundario, frente a él se encuentra una madre con un niño al que curó de la espina atravesada en la garganta.
Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.
Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo. Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus, que convirtió en su sede episcopal. Cuando estalló la persecución del Emperador, san Blas se recluyó en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por las noches bajaba a escondidas a la ciudad a ayudar, socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevar la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las animales heridos y él los curaba. Pero un día, Blás vio que llegaban cerca de la cueva cazadores del gobierno, y entonces espantó a los animales para librarlos de la cacería.
Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, el pueblo, aún los que no compartían la fe , salieron aclamarlo como a un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció favores temporales si renegaba y abandonaba la religión de Jesucristo, y si se pasaba a la religión pagana, pero san Blas proclamó que él sería amigo de Jesús hasta el último momento de su vida.
Entonces fue apaleado brutalmente y desgarraron con garfios sus espaldas. Sufrió un feroz martirio. Él rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.
EL MILAGRO QUE LO HIZO FAMOSOS
Luego de ser tomado como prisionero, el despótico emperador Diocleciano, viendo que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban al sitio del martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo acompañaba lleno de admiración. Y su bendición obtenía la curación de muchos.
Había entre ellos una pobre mujer que tenía a su hijo agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia el sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó a su hijo que se ahogaba.
San Blas le colocó las manos sobre la cabeza y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niño recobró su salud.
Lo decapitaron por el año 316. Y después de su muerte se le atribuyeron muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templo dedicados a él. Es patrono de la República del Paraguay, de numerosas localidades españolas y de Dubrovnic (Croacia).
Era invocado como patrono de los cazadores y las personas le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero se bendicen dos velas en honor de san Blás y al colocarlas en la garganta se lo invoca diciendo: “Por intercesión de san Blas, te libre Dios de todos los males de la garganta”.