INDÍGENAS OVY’AITEREI PORQUE ¡POR FIN TIENEN AGUA CORRIENTE!

En la ciudad de Loma Plata, departamento de Boquerón, unas 1.500 personas no ocultaron su alegría porque por fin tienen agua potable para poder beber. Los indígenas de las aldeas Betania, Tiberia, Samaria y Cesárea, de la comunidad de Yalve Sanga, saltaron felices de poder contar por primera vez en la historia de agua corriente.

Muchos damos por sentado de que el líquido vital a estas alturas ya debería estar disponible para todos, pero la cruda realidad es que todavía hay miles de personas que tienen que luchar día a día para conseguir agua para sobrevivir. Es por eso que en la aldea Samaria celebraron con todo la llegada de agua corriente, y la alegría fue tal, que los niños y toda la población celebraron con júbilo este acontecimiento histórico que marca el inicio de una nueva etapa en sus vidas.

Son 87 las comunidades indígenas que dispondrán de agua potable, a través del Proyecto Acueducto y el Programa de Saneamiento y Agua Potable para el Chaco y Ciudades Intermedias de la Región Oriental del Paraguay, impulsados por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).

Integrado por una red de distribución domiciliaria y un tanque de 40.000 litros de capacidad, la puesta a prueba del nuevo sistema también generó la misma emoción en el rostro de cada uno de los integrantes de las 215 familias beneficiadas.

Mujeres indígenas, históricas gestoras del agua en el Chaco

El acceso al agua potable, a través de canillas ubicadas en cada una de las viviendas, representa para las mujeres indígenas de esta y otras comunidades la posibilidad de dejar atrás, definitivamente, la pesada carga de recolectarla.

Esta irrenunciable tarea se ha traducido, desde siempre, en largas caminatas bajo el implacable sol del Chaco para obtenerla de tajamares y aljibes, generalmente en condiciones no aptas para el consumo humano.

Su carencia ha impactado también en ellas con mayor fuerza, afectando su salud física, por el tiempo y esfuerzo invertido en su búsqueda. Del mismo modo, se ha visto resentida la educación de sus hijas, anulando sus oportunidades de capacitación y participación.

Finalmente, como encargadas de la higiene del hogar, son ellas las que deben atender las enfermedades de su familia (causadas casi siempre por consumo de agua contaminada), preparar los alimentos, limpiar y realizar todos los demás quehaceres de la casa, en condiciones muy precarias.

En la ciudad de Loma Plata, departamento de Boquerón, unas 1.500 personas no ocultaron su alegría porque por fin tienen agua potable para poder beber. Los indígenas de las aldeas Betania, Tiberia, Samaria y Cesárea, de la comunidad de Yalve Sanga, saltaron felices de poder contar por primera vez en la historia de agua corriente.

Muchos damos por sentado de que el líquido vital a estas alturas ya debería estar disponible para todos, pero la cruda realidad es que todavía hay miles de personas que tienen que luchar día a día para conseguir agua para sobrevivir. Es por eso que en la aldea Samaria celebraron con todo la llegada de agua corriente, y la alegría fue tal, que los niños y toda la población celebraron con júbilo este acontecimiento histórico que marca el inicio de una nueva etapa en sus vidas.

Son 87 las comunidades indígenas que dispondrán de agua potable, a través del Proyecto Acueducto y el Programa de Saneamiento y Agua Potable para el Chaco y Ciudades Intermedias de la Región Oriental del Paraguay, impulsados por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).

Integrado por una red de distribución domiciliaria y un tanque de 40.000 litros de capacidad, la puesta a prueba del nuevo sistema también generó la misma emoción en el rostro de cada uno de los integrantes de las 215 familias beneficiadas.

Mujeres indígenas, históricas gestoras del agua en el Chaco

El acceso al agua potable, a través de canillas ubicadas en cada una de las viviendas, representa para las mujeres indígenas de esta y otras comunidades la posibilidad de dejar atrás, definitivamente, la pesada carga de recolectarla.

Esta irrenunciable tarea se ha traducido, desde siempre, en largas caminatas bajo el implacable sol del Chaco para obtenerla de tajamares y aljibes, generalmente en condiciones no aptas para el consumo humano.

Su carencia ha impactado también en ellas con mayor fuerza, afectando su salud física, por el tiempo y esfuerzo invertido en su búsqueda. Del mismo modo, se ha visto resentida la educación de sus hijas, anulando sus oportunidades de capacitación y participación.

Finalmente, como encargadas de la higiene del hogar, son ellas las que deben atender las enfermedades de su familia (causadas casi siempre por consumo de agua contaminada), preparar los alimentos, limpiar y realizar todos los demás quehaceres de la casa, en condiciones muy precarias.

 

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