Con los embalses en mínimos históricos por la sequía y el temor a un racionamiento energético, el presidente brasileño de la represa binacional Itaipú, Jorge Miguel Samek, garantizó que la hidroeléctrica “está preparada para lo peor”.
Con tono optimista y seguridad en la voz, Samek defendió en una entrevista concedida a Efe que la central produce el máximo de energía, en parte para contribuir a paliar la crisis hídrica que aqueja a estados como Sao Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro, las regiones más pobladas y donde se concentran las industrias del país.
“Aquí estamos haciendo nuestra parte: tenemos consumidores y toda la maquinaria actualizada. Sólo nos falta el agua, que no depende de nosotros”, dijo el presidente de la estatal Itaipú, la hidroeléctrica que el país administra con Paraguay en la región fronteriza.
En tiempos de sequía y problemas de suministro de agua en las metrópolis, especialmente Sao Paulo, Samek se apresuró a aclarar que “bajo ningún concepto habrá racionamiento de energía”. El motivo, en su opinión, es que “es obvio que lloverá en febrero y en marzo”, un pronóstico que ya se está cumpliendo gracias a las lluvias que dieron un respiro a los reservorios durante el Carnaval.
Pero el sosiego de la cúpula directiva de Itaipú tiene explicación. La hidroeléctrica, la segunda en generación anual de energía, sólo superada en 2014 por la presa china de las Tres Gargantas, disfruta de una localización privilegiada en medio del río Paraná. De Brasilia hacia el sur, su ubicación le permite recoger las aguas de siete estados brasileños, un fenómeno que la propia geometría de Brasil parece incluso favorecer.
“Hay cuarenta y cinco hidroeléctricas hacia el norte y cada una de ellas tiene su reservorio, por lo que Itaipú es como una casa con cuarenta y cinco cajas de agua”, comparó Samek para justificar que “incluso en una circunstancia de estrés hídrico como la que se vive, Itaipú continúa con una elevada producción”.
Así, llueva en Brasilia, o en estados como Goiás o en Minas Gerais, la central binacional tiene asegurados 75 millones de megavatios por hora que está obligada a generar por contrato: cada segundo pasa por las veinte turbinas de la central el equivalente a diez Cataratas del Iguazú.
Construida en los años setenta por las dictaduras de ambos países, Itaipú es uno de los pilares energéticos tanto de Brasil como Paraguay en el siglo XXI, ya que provee el 17% de la energía que se consume en Brasil y abastece el 75% de la demanda paraguaya. Justamente porque la fuente principal de energía de la economía más grande de Latinoamérica es la hidroeléctrica, Samek defendió la necesidad de contar “como retaguardia con otras matrices para aumentar la seguridad energética” en el país.
Aunque, para el presidente brasileño de la central, la energía es una cuestión que debería traspasar fronteras nacionales. “En un futuro, deberíamos tener una integración energética mayor en el continente para intercambiar energías y tener la posibilidad de que un estado pueda suplir las carencias de otro”, argumentó Samek. Mientras tanto, la hidroeléctrica, que cuenta con leyes y policía propias y se rige por un tratado binacional entre Brasilia y Asunción.
Y es que la historia de Itaipú es un recorrido por números y datos que no dejan indiferente a nadie: en un recinto de 225.000 hectáreas y un embalse, que se renueva cada 33 días, de 1.350 kilómetros cuadrados. Una superficie casi equivalente a la ciudad de Sao Paulo, la mayor urbe sudamericana.