CIUDAD DEL ESTE (Realidad fatídica, por Noelia Orué) Los días parecen eternos, pero en algún momento algo cambio ahora todo es rutinario, vivimos en un mundo a punto de colapsar, la baja escolaridad, la pobreza y la delincuencia son factores negativos que reinan en nuestro país.
La situación de la educación es más alarmante, aparte de tener un bajo nivel educativo, muchos de los alumnos de las escuelas, colegios, universidades han dejado pasar el año por no estar de acuerdo con este nuevo sistema educativo, cortando el hilo del desarrollo mental dejan de lado las lecturas, los ejercitarios, etc., a este paso se teme ver la pena capital del fracaso de los que creen cambiar el mundo.
Descubrimos el mundo a través de los libros, pasamos años repitiendo los que nos enseñan, como somos educados para hacer bien nuestro trabajo, pero no para cuestionarlo. El conocimiento que tenemos, no es suficiente, solo sirve para aquellos que servimos, recordemos la frase reflexiva del escritor indio Rabindranath Tagore quien decía “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, entonces me pregunto: ¿Qué haríamos sin esta nueva metodología de enseñanza? que, aunque sea de emergencia o tal vez, de poca calidad, nos facilita materiales que han sido útiles para no perder las oportunidades de seguir aprendiendo. Lo que muchos no quieren entender es que la crisis mundial no pasa a corto plazo, mientras más se limitan y no se disponen a desarrollarse y colaborar con ellos mismos, no arribaran a un puesto seguro para ser más diligentes descubriendo nuevos avances, aportado nuevas ideas para su bienestar económico y social.
¿Dónde está lo que aprendieron? El paraguayo debería trabajar para que el país no sea más azotada por una crisis económica, que durante años ha sido respaldada por un gobierno corrupto, que debía de honrar a su pueblo y realizar filantrópicas tareas desprendiéndose de esos prestigios y lujos, que van dejando a muchas familias más vulnerable al borde de la pobreza extrema.
Si nuestros gobernantes hubiesen sido líderes honrados que nos guiaran a producir sin que haya deudas, en estos años el Paraguay tendría una potencia económica bastante sustentable que rinde para cubrir todos los daños y perjuicios causados por la crisis mundial y otros sin mencionar, independientemente de otros países. Si el Paraguay alguna vez logró, lo puede volver a hacer, pero de a acuerdo a como vamos lo lograríamos entre una o dos generaciones.
Un dato muy importante de esta terrible crisis económica y social, es que el país actualmente atraviesa una crisis en el mercado laboral, a más de 300 mil personas han quedado sin trabajo, quedando con bajos recursos económicos, atrayendo más la pobreza en los hogares y la desigualdad social en todo el país, incluyendo a esa gente que trabaja pero que genera escasos recursos.
Unos investigadores indican que, después terminada esta guerra con la pandemia, el gobierno atravesaría una crisis financiera que abrumaría a la población. Pero muy bien se entiende que la pobreza reduciría a la mitad, si por lo menos la población tuviera una educación secundaria y fuera más consiente, la crisis no sería tan alarmante ya que las personas estarían predispuestas a colaborar por un país mejor.
Y para otro más, el crecimiento de la delincuencia cada día va en aumento, los delincuentes se hacen más presentes, con la crisis de la economía, educación, salud, trabajo y con los escasos empleos, ahora las condiciones de sobrevivir a la pobreza, será con la inseguridad de imaginar a ser atacado por cualquier persona que lleve un gorro y un tapabocas.
La crisis de trabajo expone a que las personas caigan en actividades ilegales, incrementando más el temor de ser una víctima más del cartel de los delincuentes. Y eso, que también en algunas ocasiones y para la desgracia de muchos inocentes, estos delincuentes son respaldados por las autoridades que se hacen de la vista gorda ante los hechos ocurridos, estos tipos de gente son cómplices del Gobierno corrupto por ser robadores de pobres a quienes les provee migajas a esos pueblos ignorantes que los mantiene en el poder.
Pero el pueblo paraguayo aguarda con fe y esperanza, que algún día la justicia volverá a retomar el lugar que le corresponde trayendo consigo creses para los que han sido víctimas del agravio.