NACIONALES (Reflexión, por Esteban Ross) Como trates a tu madre, así te tratará la vida; recuerda, el karma existe. Aquella persona que está en conexión y armonía con su madre brillará y será feliz siempre, mientras que quien rechaza a su madre, generalmente también experimentará el rechazo por parte de su pareja e incluso, en ocasiones, de sus hijos. Quien se cree superior a su madre, inconscientemente se niega a sí mismo una vida plena llena de triunfos. No respetar a la madre trae consigo la falta de respeto de los hijos y la pareja. Es inútil trabajar sobre la relación de pareja si uno de los dos no está en armonía con su madre.
Nos privamos de abrazos y vínculos amorosos y de fluir en armonía si el vínculo con nuestra madre está roto. No podemos permitirnos vivir una vida cargada de resentimiento por nuestra percepción de que no recibimos amor, nos abandonaron, maltrataron o humillaron. Todo aquello que recriminas de ella, la vida se encargará de mostrarlo en ti, en tus hijos y en tus relaciones amorosas o futuras.
Tu madre fue el canal de tu existencia, y sin duda tuvo una vida más dura, difícil y solitaria de lo que puedes comprender. Ella quizá no tuvo el nivel de consciencia que tú posees, ni la oportunidad de sanar. Tú eliges romper el patrón doloroso o repetir el mismo programa, pero desconoces muchos de sus dolores y miedos.
Cambiar los patrones de pensamientos que han causado conflictos emocionales durante generaciones es esencial. Cuando trabajas en sanar el vínculo con la madre, todas tus relaciones comienzan a fluir, incluyendo la pareja, el éxito, la salud y la relación con tus hijos, ya que todas estas energías fluyen a través del vínculo con nuestra madre. Sanar a la madre es tomar conciencia de que siempre nos amó y dio todo por nosotros, de la manera en que ella aprendió. Infinitas bendiciones para todas las madres del mundo, pues en ellas reside la fuente de nuestra existencia y el reflejo de nuestras relaciones más significativas.