CIUDAD DEL ESTE (reflexión, por Carlos Roa) En Francia ha surgido un negocio único en su tipo: una tienda donde las mujeres pueden elegir y comprar a su marido. Las reglas son claras: solo se puede visitar una vez y hay seis pisos, cada uno con hombres cuyas cualidades mejoran a medida que se sube. Sin embargo, hay una restricción: una vez que subes, no puedes bajar.
Una mujer entra en la tienda en busca de su pareja ideal. Al llegar al primer piso, un cartel le informa: “Estos hombres tienen trabajo”. Interesante, pero no suficiente, así que decide subir.
En el segundo piso, la oferta mejora: “Estos hombres tienen trabajo y aman a los niños”. Bastante atractivo, pero la curiosidad la empuja a seguir ascendiendo.
El tercer piso muestra otra mejora: “Estos hombres tienen trabajo, aman a los niños y son muy bellos”. La mujer se sorprende, pero aún quiere más.
En el cuarto piso, el cartel revela: “Estos hombres tienen trabajo, aman a los niños, son muy bellos y ayudan en las tareas del hogar”. La propuesta es tentadora, pero sigue subiendo.
Cuando llega al quinto piso, la perfección parece alcanzada: “Estos hombres tienen trabajo, aman a los niños, son muy bellos, ayudan en las tareas del hogar y son extremadamente románticos”. A pesar de todo, la mujer decide subir una vez más.
Finalmente, en el sexto piso, el cartel dice: “Usted es la visitante número 9.585.676 en visitar este piso. Aquí no hay hombres. Este piso existe solamente para demostrar que ustedes nunca estarán conformes y que nadie las entiende. Gracias por elegir nuestro negocio”.
Pero la historia no termina allí. Frente a esta tienda, abren otra, destinada a los hombres que buscan esposa. Las reglas son las mismas, con seis pisos y mujeres cuyas cualidades mejoran conforme se sube. En el primer piso, un cartel promete: “Estas mujeres no te están jodiendo todo el día”. A la fecha, ningún hombre ha subido al segundo piso.
