Como dice un viejo adagio, alegría de pobre dura poco. Decimos así porque el año pasado en un programa televisivo conducido por Danny Da Rosa, llamado Pequeños Gigantes, el pueblo paraguayo se sintió emocionado y esperanzado de que por fin en un canal de nuestro país tendríamos una programación de interés, de cultura y una oportunidad para darle a los grandes valores que tenemos en el país. Mucho más glamoroso fue cuando se trataba de pequeños gigantes, que nacieron con el don de cantar, malabarismos, baile, y otros encantamientos que dejaban boquiabiertos, no apenas a sus padres, sino a todos los paraguayos que pudieron asistir en Telefuturo, un programa de esta magnitud, que pensábamos era el inicio de que los productores de ese canal iban a implementar un programa de alto voltaje para los televidentes de nuestro país. Pero al término del programa la mayoría de los que estaban detrás de pantalla chica, cuando los niños recibieron sus premios, muchas lágrimas corrieron por la carita de muchos televidentes, emocionados de ver un pequeño o una pequeña gigante, con una voz impresionante o un baile tipo Michael Jackson.
Pero como dice el adagio, alegría de pobre dura poco y nos encontramos al día siguiente con esos programas llamados faranduleros, como Baila Conmigo Paraguay, donde ponen a una señora que ya no tiene edad para bailar como Ña Tora, que hacía de “boba de la Corte” porque si era buscando talento de baile, esta era más dura que palo de gallinero. Que me disculpe Ña Tora pero ni ella se debía prestar a esto, porque bien es sabido es que esta programación que hacer bailar a una persona de la tercera edad es una falta de respeto al televidente y a ella misma. Programas como éstos y otros, que solamente exhiben glúteos, piernas, entrepiernas, pechitos y pechones, cubiertos por diminutas telitas para cubrirse las partes íntimas y no mostrar todo, pero dejaba mucho que desear. Programas de calenturas y calentones, masturbándose muchos las ideas de cómo hacer para llegar al climax.
Y como broche de oro a unos cuantos Raimundos y Héctores cafichos vendedores de placeres de algunas supuestas modelos, pero que son modelíes y buscan oportunidad para ofrecer su merca y usan como marketing estos programas, como BCPY, El Conejo, Calle 7, El Resumen, y otros, que no dan ningún tipo de esperanza que podamos salir adelante o al menos ser declarado un país en serio y que estamos en camino de salir de la ignorancia supina. Claro, con estos tipos de bocetos televisivos lo único que hacen los productores es idiotizar al ciudadano paraguyo para que no tenga la sapiencia de discutir, exigir sus derechos donde sea y simplemente masturbándose las ideas.