HIJOS MALAGRADECIDOS

LOS MALOS E HIPÓCRITAS RETOÑOS PARA LOS RESPONSABLES DE EXISTIR

CIUDAD DEL ESTE (realidad fatídica, por Carlos Roa) En la relación con los padres no tomes en consideración si tus hermanos les dan, ¿yo para que les doy? si mis hermanos no aportan ¿yo por qué tengo que aportar? En consecuencia, debes tener en cuenta que darle a tu madre y padre sin esperar que los otros aporten siempre será importante porque ellos desde antes que uno entre en la concepción de la vida, ellos ya se esforzaron, no se sabe dónde, si fue en el motel, por el camino, en el habitáculo del coche o en la casa de un vecino alcahuetero, pero sí tu padre se esforzó a que madre abra las compuertas y que aquel espermatozoide convertido hoy día con suerte como vos, escupió su placenteroso éxtasis en la cavidad vaginal de tu madre e hizo llegar hasta el puerto del trompo de Falopio, muchos lo conocen como la boca del útero y de ahí peregrinaste espermatozoide con suerte hasta el óvulo de la concepción de la vida, entonces cómo dirán esos retoños malagradecidos que no hay que darle de todo a sus progenitores?

Lo que uno debe hacer y a menudo hoy que ya están viejos, es asistirlos por lo mínimo una vez a la semana, entablar conversaciones, compartir triunfos y fracasos, para que de ahí puedas sacar una teoría beneficiente por la experiencia de estos dos que fueron los culpables que hoy existas. Es una compañía a su lado, una conversación en un desayuno, comida o cena, una ayuda en su hogar ver y revisar que es lo que tu padre o madre necesita, preguntarle qué te hace falta, en qué te puedo ayudar. Pero muchos, ponemos como pretexto: no tengo dinero, ella o él tiene pensión para qué quiere más. No soy su único  hijo, no tengo tiempo, tengo mucho trabajo, se me dificulta ir a verlos. Lo absurdo es que cuando los ves en el ataúd, en ese momento si tienes o buscas dinero, si tienes tiempo, dejas tirado el trabajo y no se te dificulta ir al velorio y al sepelio; sólo en esa situación si tienes todo el tiempo del mundo para estar con ellos cuando tu ser querido ya no te puede ver, oír, sentir. Triste pero real recuerda: que con la gratitud que ayudes a tus padres será la misma que tus hijos lo harán por ti.

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