El gran oligarca Alfredo Stroessner, uno de los primeros en instaurar este sistema. | Horacio Cartes, en otras épocas, cuando era visitante asiduo de Tacumbú Hilton. |
UNOS POCOS SE SIRVEN DEL SUDOR DE LA GRAN MAYORÍA
La oligarquía, que significa “pocos” en la ciencia política, es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social. Los escritores políticos de la antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia. Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan como mérito reconocido por la comunidad.
En el Paraguay, también vivimos una especie de oligarquía, pero no se trata de monarcas, reyes o emperadores, sino de una casta social surgida de la politiquería, de los negociados, del narcotráfico, del contrabando, del lavado de dinero, de la evasión de impuestos y muchos otros delitos conexos, que convirtieron a los que hoy son autoridades en potentados y gracias a eso, con poder político. Pero éstos no se hicieron ricos porque trabajaron o se ensuciaron las manos en el trabajo, sino desde tiempos de la dictadura, se hicieron de plata de la manera más fácil, beneficiándose de las arcas del Estado, con regalías de los mandatarios de aquella época, como el tembelo que llevó en su sarcófago unos 500 millones de dólares, de los cuales hasta hoy día se disputa en los pasillos tribunalicios por familias secretas y algunos conocidos dueños de medios, radios, periódicos, y algunas inmobiliarias.
Y en detrimento de esta pequeña oligarquía que comanda el país, un 90% de los paraguayos viven sumergidos en la pobreza, sin educación ni salud dignas, sin empleo que les ayude a sustentar sus hogares, y muchas veces, hasta con dificultades para poner el pan de cada día en la mesa de sus hogares. Es un sistema totalmente injusto y arbitrario, en donde los que tienen más son unos pocos, mientras los que trabajan de sol a sol no tienen asistencialismo y los haraganes se pasean con los subsidios. Pero son estos ciudadanos pobres los que votan en cada elección y eligen a estos nefastos oligarcas, permitiéndoles seguir en el poder y continuar libando de las tetas del Estado.