CIUDAD DEL ESTE (Realidad fatídica, por redacción) Aumentan las denuncias sobre abusos de menores en todos los rincones del país, recientemente se encontró el cuerpo de una niña de 12 años en la ciudad de Concepción, que habría sido violada y torturada antes de asesinarla presumiblemente de un golpe en la cabeza, el cuerpo fue hallado en un baldío por vecinos de la zona, sin embargo ya existían dos denuncias formuladas sobre abusos cometidos contra esta niña que no contaba con ningún tipo de protección ni resguardo pese al estado de vulnerabilidad en el que se encontraba. Hoy desayunamos la noticia de que un técnico de un equipo juvenil fue denunciado por abusar de un menor de 16 o 17 años aproximadamente.
Mientras tanto otra niña, menor de 13 años está desaparecida en la ciudad de Guarambaré, y los espectadores nos preguntamos cómo es posible que nadie sepa dónde está esta niña, así como Anabel, estuvo desaparecida supuestamente desde noviembre del 2022 pero dicen ahora que se encontraba viviendo dentro de la comunidad del grupo religioso Pueblo de Dios, donde también se encontraban los presuntos abusadores que hoy están detenidos. Recordemos también al niño José Miguel Ozuna, conocido como Peño que también estuvo desaparecido muchísimo tiempo y más tarde su cuerpo fue encontrado en total estado de descomposición
Es necesario cambiar la forma como nos relacionamos con nuestros hijos menores, enseñarles desde temprana edad las partes de su cuerpo, llamarlos por el nombre real y cuáles son las partes íntimas o privadas, incluyendo la boca no solo los genitales, que nadie puede tocar, solo los médicos en presencia de los padres, enseñarles que no deben tener secretos con nadie y menos con adultos, que principalmente mamá sea un lugar seguro donde ellos puedan contar quiñen les habla y qué les dice, qué hacen con los amigos cuando terminan de jugar al futbol, cuando se quedan solos en la casa de los amigos o cuando van a la despensa y no hay otras personas presentes. Falta mucho el dialogo para lograr la prevención, para poder denunciar a tiempo y sobre todo creer, creer en los niños y adolescentes cuando nos cuentan que algo está pasando, que tal o cual persona, aunque sea de confianza en la familia le tocó o les dijo que hagan algo que no les gustó. La parentalidad en Paraguay es demasiado precaria y en consecuencia los niños se encuentran abandonados a su suerte, partiendo de que muchas de las relaciones de pareja son totalmente disfuncionales y de ahí salen con hijos las familias están quebradas y terminan sin darle suficiente atención a los pequeños que crecen solos y se convierten en adolescentes vándalos recorriendo a su suerte las sendas de la vida.