PATRAÑA SOCIAL: CRÓNICA DE UN GOBIERNO AUSENTE

CORONEL OVIEDO (Realidad Fatídica, enviado especial) La desaparición y posterior asesinato de María Fernanda Benítez, una adolescente de 17 años, ha dejado al descubierto la indiferencia de las autoridades y la desprotección en la que viven miles de jóvenes en Paraguay. Su padre, Leonardo Benítez, tuvo que convertirse en investigador, presionar a las instituciones y enfrentarse a un sistema que, lejos de ayudarlo, parecía encubrir a los responsables.

El inicio de la tragedia

El lunes 26 de mayo de 2025, María Fernanda salió de su casa en Coronel Oviedo con la intención de estudiar en casa de una amiga. Sin embargo, nunca regresó. Su familia, preocupada, denunció su desaparición al día siguiente, pero la respuesta de las autoridades fue lenta y burocrática. “Desde el martes que estaba desaparecida. Yo otra vez tuve que rastrearla porque la justicia no acompañaba”, relató su padre con impotencia.

La investigación que nunca fue

A medida que pasaban los días, Leonardo Benítez comenzó a recolectar información por su cuenta. Descubrió que su hija tenía un novio y que estaba embarazada. “Hablé con la amiga íntima de mi hija y ella me dio el dato que tenía un novio y que estaría embarazada. En los primeros días, yo nomás trabajé en la investigación, actué como investigador”, confesó.

Las autoridades, en lugar de actuar con rapidez, ignoraron pistas clave. “Les dije que mi hija tenía un iPhone y que podríamos ir a Tigo para pedir ayuda. Y me dijeron: ‘No, dejá a nuestro cargo, nosotros vamos a hacer el trabajo, no te preocupes’. Y por culpa de ellos no encontré a mi hija”, lamentó.

El hallazgo del cuerpo

El sábado 31 de mayo, tras días de incertidumbre, el cuerpo calcinado de María Fernanda fue encontrado en un terreno baldío frente a la casa de su novio. La indignación creció cuando se supo que el joven se había entregado a la policía con un abogado y, tras varias contradicciones, confesó el lugar donde se encontraba el cuerpo. “Jugaron todo por mi hija, la destrozaron, en frente de la casa del sospechoso pasó todo”, expresó Leonardo Benítez.

La complicidad y el encubrimiento

Las investigaciones revelaron que el aborto clandestino habría sido organizado por los padres del joven, quienes fueron detenidos por su presunta complicidad. Sin embargo, la fiscal del caso, Gladys Torales, fue señalada por su falta de acción y por supuestos vínculos con la familia del sospechoso. “La fiscala y el policía de investigación se vendieron, porque pagaron los padres del muchacho G. 300 millones. El muchacho es ahijado de la fiscala y por eso se estaba atajando la investigación, alargando”, denunció el padre de la víctima.

La lucha por justicia

La comunidad de Coronel Oviedo salió a las calles exigiendo justicia y la destitución de la fiscal. Leonardo Benítez, con el dolor de haber perdido a su hija, se convirtió en la voz de la indignación. “Son unos monstruos. Los tres. Quiero que vayan a la cárcel. Hasta empeñaron el celular de mi hija para comprar los remedios”, acusó.

Este caso no solo expone la brutalidad de un crimen, sino también la desidia de un sistema que, en lugar de proteger a los ciudadanos, los abandona. La historia de María Fernanda es un grito de auxilio en un país donde la justicia parece ser un privilegio y no un derecho.

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