NACIONALES (Reflexión, por Charly Friend) Cuando veas a una persona desconocida entrar al templo así, desaliñada, con poca ropa y mal aspecto; no murmures contra ella, no hagas gestos de desprecio, no la cuestiones, no la critiques ni la juzgues. Más bien acércate, salúdala, dale una palabra de aliento, y también de amor; trátala de tal forma que se sienta bienvenida y con deseos de regresar. No olvides que también tuvimos un pasado oscuro y sin Cristo. La frase “La iglesia no es un museo para santos, es un hospital para los pecadores” refleja una visión inclusiva y compasiva de la comunidad cristiana. Esta idea se basa en las enseñanzas de Jesús, quien dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mateo 9:12).
Contexto Bíblico Jesús pronunció estas palabras en respuesta a las críticas de los fariseos, quienes cuestionaban por qué Él comía con recaudadores de impuestos y pecadores. Jesús enfatizó que su misión era buscar y salvar a los perdidos, mostrando que la iglesia debe ser un lugar de acogida y sanación para todos, sin importar su pasado o sus pecados.
La iglesia debe ser un lugar donde todos se sientan bienvenidos, independientemente de sus errores o debilidades. La misericordia y el amor deben ser los pilares fundamentales. Así como un hospital trata las enfermedades físicas, la iglesia debe ofrecer sanación espiritual a través de la oración, el apoyo comunitario y la enseñanza de la Palabra de Dios.
La iglesia no solo acoge a los pecadores, sino que también los guía hacia una vida transformada y renovada en Cristo. Recordemos siempre que todos somos imperfectos y necesitamos la gracia de Dios. La iglesia, como un hospital espiritual, debe ser un refugio donde encontremos apoyo, sanación y una oportunidad para empezar de nuevo.
Es fácil caer en la tentación de juzgar a quienes asisten a la iglesia, pensando que no son dignos debido a sus errores o pecados pasados. Sin embargo, debemos recordar las palabras de Jesús: “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1). La iglesia es un lugar de sanación y acogida, no un tribunal de juicio.
Ninguno de nosotros es perfecto. Todos hemos cometido errores y necesitamos la gracia de Dios. Juzgar a otros es olvidar nuestra propia necesidad de perdón y misericordia. La iglesia está llamada a ser un hospital para los pecadores, un lugar donde todos puedan encontrar sanación y apoyo. Al juzgar a otros, estamos cerrando las puertas de este hospital espiritual.
El ejemplo de Jesús: Jesús pasó tiempo con aquellos que eran considerados pecadores y marginados. Su amor y compasión no conocían límites. Sigamos su ejemplo y extendamos la misma gracia y amor a todos los que buscan refugio en la iglesia.
La misericordia y el amor tienen el poder de transformar vidas. En lugar de juzgar, ofrezcamos apoyo y comprensión. Seamos instrumentos de la gracia de Dios, ayudando a otros a encontrar su camino hacia la sanación y la redención.
En lugar de juzgar, abramos nuestros corazones y nuestras mentes para acoger a todos con amor y compasión. Recordemos que la iglesia es un lugar para todos, un refugio donde podemos encontrar la gracia y el amor de Dios.