Recuerdo allá por 1960, un día descubrí que mi abuelito tenía otra abuelita y como yo era un niño travieso y comunicativo, fui corriendo raudamente en la casa de mi abuela, me tiré en su regazo, pedí un caramelo y le conté esta historia: “buela, le he visto a buelo con otra chica apatucándose”.
Y la abuela no dijo nada, se quedó calladita y me sorprendí. No dije nada porque era menor. Cuando cumplí 15 años y tuve la desgracia que a mis 15 años mi abuela estaba en el IPS ya en sus últimos días. Y nuevamente me acerqué y pregunté: porqué no dijiste nada cuando te conté que el abuelo te estaba poniendo los cuernos?
Ella me miró a los ojos y con una mirada picarona me respondió: mi hijo, es que yo no podía largarle a tu abuelo, porque tengo muchos hijos con él y qué sería de mí si en Paraguay no había trabajo? Cómo yo tendría un dinero extra para comprarles a mis nietos caramelitos de coco y chocolatines Yolanda o una pastilla Billiken o un Naranjil, porque tengo muchos nietos. Fue el motivo por el cual no dije nada, y nosotras las mujeres de ésta época éramos sumisas, no teníamos voz ni podíamos salir a cuestionar, porque en vez de darnos una aclaración, ligábamos unos sopapos. Chan chan chan chaaan….esto acabó caros lectores.
Vino la tecnología, las redes sociales, los celulares inteligentes, y las mujeres se liberaron. Hoy día si una yiyi le pilla a su chongo con la vecina, ella se mete con todo el vecindario para vengarse. Y muchas veces ocurre lo que vemos en la gráfica, cuando el chongo desesperado con cargo de conciencia dice: “moooor, dónde estas? Y ella con voz requebrejada ofegante dice: hh…hhhhhh….estoy en la casa de mi amiga, que está con su amigo, el marica, Ricardito. Sin embargo, es otra la situación. Que pena que mi abuela no tuvo esa idea, o si no mi abuelo también sería un cornutti conciente y bien pagado. Así que yiyis y yiyos, cuidensen, hoy en día las mujeres son más frívolas y no hay casi sumisión en ellas. Hoy se paga lo que hace. Epillá? Apillá ramó!