Un PilatosCarter con
intenciones del rekutú
Poncio Pilato o Pilatos, miembro del orden ecuestre, fue el quinto prefecto de la provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36 d.C., por lo que tuvo un papel relevante en los acontecimientos de la provincia en esos años. Los evangelios canónicos lo presentan como responsable ejecutivo del suplicio y condena a muerte de Jesús de Nazaret. El Paraguay padece de esa síndrome que en el año 29 ocurría en Judea, bajo el mando de Poncio Pilato y el emperador Augusto, quienes en aquel tiempo sojuzgaban a todo el mundo y cobraban el diezmo, para que puedan vivir en la lujuria y abundancia, convirtiendo a Roma en una verdadera Sodoma y Gomorra.
Pasaron 1990 años y el Paraguay sigue la misma tesitura de la manera en que eran gobernados los judíos que después de mucho tiempo, se convirtieron en cristianos. En aquellos tiempos, no existían las elecciones democráticas, los romanos obligaban a las personas a trabajar y a pagar el diezmo, a cambio les ofrecían “pan y circo”, en las arenas en donde los seguidores de Cristo eran despedazados por hambrientos leones. En tanto, en Paraguay, vivimos bajo la bota de politiqueros tiranos, que si bien tenemos la oportunidad de “votar ndaje”, realmente no existe tal libertad y lo que ocurre que la clase oligárquica se recicle siempre en el gobierno, manteniendo en la pobreza y la servidumbre al pueblo paraguayo. Y aparece este “BarraCarter” en busca de la reelección, y el pueblo, como hace casi dos mil años atrás, elegirá nuevamente al ladrón, en vez del Salvador, como ocurrió en Judea.
Un pueblo que no se ha despertado aún, que vive en los brazos de Morfeo de la ignorancia, mientras el gobierno y los politiqueros hacen lo que se les antoja de este país, convirtiéndolo en una Sodoma y Gomorra, con clubes de sodomitas y lupanares, donde la mayoría de las Cleopatras son remuneradas, ya sea por Marco Antonio, o Julio César, sea diputado o senador. Realmente necesitaríamos que descienda nuevamente un Salvador, un patriota de los cielos, que pueda reivindicar la justicia, la honestidad y otros valores, que son necesarios para levantar a éste país, así como Jesús hizo con Lázaro, el muerto que revivió gracias a la intervención Divina.