POLÍTICOS CÍNICOS Y EMBUSTEROS
CIUDAD DEL ESTE (filosofía, por Esteban Roa) Cada vez que me pongo una máscara para tapar mi realidad, fingiendo ser lo que no soy, lo hago para atraer a la gente. Luego descubro que sólo atraigo a otros enmascarados, alejando a los demás, debido a un estorbo: la máscara.
Uso la máscara para evitar que la gente vea mis debilidades; luego descubro que al no ver mi humanidad, los demás no me quieren por lo que soy, sino por la máscara. Uso una máscara para preservar mis amistades; luego descubro que si pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío, sino de la máscara. Me pongo una máscara para evitar ofender a alguien y ser diplomático; luego descubro que aquello que más ofende a las personas con las que quiero intimar, es la máscara. Me pongo una máscara, convencido de que es lo mejor que puedo hacer para ser amado. Luego descubro la triste paradoja: lo que más deseo lograr con mis máscaras, es precisamente lo que impido con ellas. Sería este el método de lo que hoy día tenemos que representar delante de la sociedad para que seamos reconocidos como buenas personas o serían los hechos los que acentuarían la realidad. Lo que hoy día vemos mucho cinismo en las personas, principalmente las autoridades, como el caso del presidente electo Marito, quien durante la campaña afirmó que él no iba a prestarse a violar la constitución para un nuevo tratado de Yacyretá con la Argentina, pero hoy día, incluso antes de asumir el cargo, ya le ordenó a sus parlamentarios que apoyen la firma de las notas reversales, quedando nuevamente nuestro país en la desventaja económica.
Y así como éste hay muchos políticos que usan la máscara para disfrazar su hipocresía y su sin – verguenzía. En estos casos la máscara es el engaño al pueblo, donde uno ve un rostro de honestidad pero por debajo de la máscara está el cinismo. Esta es una narra hecha por el filósofo Gilbert Brenson que invita a la reflexión.