CIUDAD DEL ESTE (ecología, por Carlos Roa) El planeta tierra está a punto de convertirse en el planeta Marte, donde según cuentan algunos científicos, existían civilizaciones humanas, y que éstos “marteños” comenzaron a deforestar y ahí es donde hoy se ve las consecuencias, porque en marte no hay ninguna señal de vida ni atmósfera, ya que ellos destruyeron la capa de ozono que protegía a su planeta. Y hoy día estamos en el mismo curso de colisión en el planeta tierra, por culpa de las autoridades que permiten el libre acceso a la deforestación, además a todos aquellos productores de granos que inclusive uno de ellos lleva el seudónimo, el rey de la soja, Tranquilo Favero, un desfachatado personaje que ingresó al país con una valijita de madera en la mano izquierda y una motosierra curtida en la mano derecha. Y fue a rebuscarse allá por las sabanas de Santa Rita y alrededores, donde deforestó, negoció, en complicidad de autoridades de aquel momento en el país. Utilizando la investidura de compadre con algunos de los políticos más corruptos del Paraguay, para poder hacer y deshacer de las sabanas (Vegetación compuesta de plantas herbáceas, generalmente de tallo alto, y arbustos o árboles aislados).
El planeta perdió un área de cobertura arbórea más grande que el Reino Unido en 2020, incluidas más de 4.2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios, según datos publicados por la Universidad de Maryland.
La pérdida de cobertura arbórea aumentó tanto en los trópicos como en las regiones templadas, pero la pérdida fue mayor en los bosques tropicales primarios, sobre todo por el aumento de la deforestación y los incendios en la Amazonía, la selva tropical más grande de la Tierra.
Los datos, que ahora están disponibles en el Global Forest Watch del World Resource Institute, indican que la pérdida de bosques se mantuvo alta en el período inmediatamente posterior a la pandemia, pero “no muestra cambios sistémicos obvios como resultado de la pandemia del COVID-19”, según WRI.
La destrucción de los bosques tropicales primarios, los ecosistemas con mayor diversidad biológica del mundo, liberó 2.64 mil millones de toneladas de carbono, una cantidad equivalente a las emisiones anuales de 570 millones de automóviles. Nadie estaba seguro del impacto a corto plazo que tendría la pandemia en los bosques del mundo en 2020.
Algunos creyeron que las medidas de aislamiento y los shocks económicos frenarían las tasas de deforestación; mientras que otros pensaron que el aumento de los precios de los activos, los programas de incentivos desde el gobierno, la flexibilización en la aplicación de la ley ambiental y una reversión repentina de la migración del campo a la ciudad impulsarían la tala de bosques.