¡PORQUE MAÑANA NO SABES SI SERÁ DEMASIADO TARDE!

CIUDAD DEL ESTE (Reflexión, por Carlos Roa)
-¿Dónde vas?- me dice mi marido desde el sofá, mientras me observa anonadado.
– Aquí cerca, a dar una vuelta a la manzana para pasear al perro.
– ¿Y para eso te has peinado y maquillado? Y te has puesto ese vestido guardado con esmero para ocasiones especiales.
– ¡Así es!
– ¡Tú no estás bien! ¡Van a creer que estás loca!
– Puede que sí, que crean que no estoy bien, que este confinamiento ha acabado con la poca cordura que quedaba en mi interior. Pero la realidad es que nunca he estado más cuerda. Antes guardaba este vestido para una ocasión especial, sin darme cuenta que cada día es especial, que cada pequeña salida, ir a comprar el pan, o a la farmacia, y cada pequeño paseo a mi dulce Reinamora es una oportunidad de disfrutar y agradecer la vida. Ayer salía triste y desgarbada, dando pinceladas grises a la oscuridad del mundo. Y eso no es justo, estoy viva, y soy feliz y tengo esperanza y tiempo y he decidido poner mi pequeño granito de arena a la esperanza del mundo.
Saldré 5 minutos a la puerta, bordearé la manzana y volveré, como si estuviera paseando en una alfombra roja. Quien me vea desde los balcones, sonreirá y eso es algo que voy a provocar yo y mi actitud. Hoy ya no quiero guardar nada para mañana, lo voy a gastar todo, daré la mejor versión de mi, y mañana me pondré otro vestido y así hasta que estén desgastados y roídos, que hayan tenido una larga vida llena de paseos y sonrisas, que provoquen miradas y regalen alegrías, y no permitiré que dentro de un armario se los coman las polillas.
Hacía menos de cinco minutos que estaba en la calle cuando apareció mi marido con su mejor traje, de alguna boda pasada, llevaba los zapatos sin calcetines y un sombrero de copa que no sabía ni que teníamos.
No quería reírme pero las carcajadas salieron solas, no de burla; sino, de complicidad.
Se acercó y me ofreció su brazo.
– ¡Venga!, que nuestra alfombra roja solo tiene unos cuantos metros y vamos a disfrutarlos cariño.
Locos, puede que sí, pero esa noche se escuchaban risas luchando contra el miedo alojado en nuestro interior. Y es que de eso se trata la vida, atrevernos, arriesgarnos, entregarnos; con la esperanza que nuestro intento ¡haga la diferencia!

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