Normalmente siempre honramos y prestigiamos al género de las féminas. Sin embargo, en esta oportunidad debemos hablar de algunos ejemplos de mujeres que no honran para nada a sus congéneres. En primer lugar, nos referimos a la lora del Este, Sandra Zacarías, sindicada como una de las más corruptas y desvergonzadas del país, gracias a la acción descarada del puntín referente esteño, Javier Zacarías, quienes hace más de una década vienen vaciando sistemáticamente las arcas municipales.
Hoy día, gracias a la acción de valientes ciudadanos, finalmente el clan Zaca-Todo está siendo cuestionado duramente, sin embargo, aún cuentan con el respaldo del presidente HC, el que prometió el nuevo rumbo pero dejó “rumbeando” a la población más carente del país.
Luego, está la ministra de Educación Marta LaFuente, la del “cocido” de oro, del “agua de oro y bocaditos de oro para el MEC, quien también ganó notoriedad días pasados, luego de que el presi se viera obligado a cancelar una escandalosa licitación, ya que mientras las aulas de escuelas y colegios por todo el país se caen a pedazos y los alumnos muchas veces no cuentan siquiera con sanitarios decentes, éstos irresponsables, sin – vergüenzas y tarambanas del MEC derrochan los fondos públicos del Estado.
Y finalmente, la caradura la ministra del TSJE, María Elena Wapenka, quien cobró millonadas en viáticos, sin embargo, sus supuestos viajes al exterior resultaron ser todos puras mentiras, para engañar al fisco y apropiarse de la fresca viruta del pueblo paraguayo.
Evidentemente, estos ejemplos de féminas no son una constante, existen muchas mujeres honradas dentro de la función pública, sin embargo, tampoco podemos decir que la corrupción sea solo privilegio de los hombres, por lo que la justicia, el Ministerio Público, Contraloría, Defensoría del Pueblo y cuanto otro organismo pudiera existir, deben también investigar a las que cometen derroche y despilfarro con el dinero del contribuyente y ser castigadas ejemplarmente, de ser necesario enviadas al Buen Pastor que paguen sus pecados y principalmente, algo que en Paraguay nunca ocurre, devolver el dinero robado al Estado.