CIUDAD DEL ESTE (realidad fatídica, por Carlos Roa). Una de las grandes polémicas encausadas en uno de los recintos de una casa conocida como la cocina, donde la maestra de obra mayor muchas veces es la propia mamá, la esposa, o simplemente la empleada doméstica. Pero cuando se trata de la mamá y la esposa, esto acarrea un sinfín de situaciones, muchas de ellas bajo ningún sentido quiere que su pareja, el hombre, el vecino, el sobrino, el hijo, concurran antes que termine ella su obra maestra en lo que concierne a la culinaria.
Nos referimos a que ciertas mujeres reaccionan de forma violenta, hasta arrojando plato, cucharona, hervidora o pavas a aquel entrometido que mira de un lado al otro, tipo las 11 y 40 de la mañana, y ve que no está por ahí la capa de la cocina, va de puntillas, agarra un pedacito de pan, levanta la tapa de la olla, sumerge el pan, y sale rajando para probar la salsita que la mama prepara para el ñoqui. Y gua´i si por acaso le ve. Mmhmmmm, le arroja cualquier cosa. Ahora bien, caros lectores, ustedes pasarán una tesis de prueba de esta narra periodística de una realidad, costumbre y tradiciones si está bien o mal. Y cuidado de querer sumergir el pan de cada día en la salsita de la olla de mamá.