CIUDAD DEL ESTE (Reflexión) La verdadera maternidad no es tan maravillosa como pintan las influencers hoy en día, duele, frustra y aísla.
No nos cansan los hijos. No son ellos. Si fuese así no querríamos quedarnos mirándoles mientras duermen. No nos levantaríamos día tras día intentando ser mejores para ellos. Si ellos fueran los que nos cansaran, no les tomaríamos tantas fotografías como lo hacemos, no moriríamos de ternura y nostalgia al revisar sus fotos y videos. Si tener hijos fuera tan agotador, nos hubiésemos encargado como especie de masificarlo y quizá hace cuánto habríamos desaparecido.
Pero curiosamente seguimos teniendo hijos a pesar de todo lo difícil que es criar. Porque no son ellos los que nos cansan.
Lo que nos cansa es la soledad, la falta de apoyo, la falta de espacios para nosotras mismas, la falta de tiempo para nuestro desarrollo, nos cansa tener que responder a expectativas de maternidad y crianza, nos cansa el encierro, nos cansan los mandatos sociales, nos cansan el machismo y el patriarcado, nos cansa la desigualdad a la hora de conciliar crianza y trabajo, nos cansa la nula valoración de nuestro rol, nos cansa la escasez de recursos, la violencia del sistema.
Todo ello y más es lo que hace que el criar sea realmente agotador. No son ellos en sí mismos. Porque con ellos somos capaces de reír y amar. Porque si no tuviéramos que criar veinticuatro horas al día solas en casa, estoy segura que disfrutaríamos más de nosotras y de ellos y de todo lo lindo que surge cuando nos vinculamos.