EL BURRO Y LA LLUVIA

CIUDAD DEL ESTE (Reflexión) Hace mucho tiempo, al rey se le ocurrió ir a pescar. Viendo unas pequeñas nubes a lo lejos, decidió llamar al pronosticador del tiempo.

Después de hacer unos cálculos, olfatear el aire y seguir el camino de las hormigas, se presentó ante él monarca y le dijo:

-“Vaya usted tranquilo majestad, no lloverá ni una gota”

Contento, hizo los preparativos y con dos pajes y tres guardias, montados a caballos, se dirigieron al rio.

En el camino, encontró a un campesino, montado en un burro.

Al ver este al rey, haciendo una reverencia y con vos tímida y humilde le dijo:

-“Mi señor, es mejor que busque refugio pronto, porque va a llover muchísimo”

El rey, lo miró con arrogancia, mientras pensaba: <Que puede saber este pobre hombre que ni siquiera tiene un buen caballo, comparándolo con su pronosticador que era un gran conocedor de las ciencias, un especialista, muy bien pagado.> y haciendo caso omiso, siguió su camino, mientras el pobre hombre, meneaba la cabeza.

Llegando casi a destino, comenzó a lloviznar, luego a llover con mas intensidad, hasta que se convirtió en una lluvia torrencial.

Su gran majestad, sus pajes y sus guardias, estaban empapados hasta los huesos y no encontraron refugio en ningún lugar.

Volvieron como pudieron al palacio. Apenas entró, llamó al pronosticador y lo echó del palacio, del reino hasta de las comarcas cercanas. Y mando llamar, al campesino.

Llego este, medio asustado y se presentó ante el rey. El monarca, sin tantas vueltas le ofreció el puesto. Pero este le dijo:

– Mi señor, me honra, pero yo no se nada de esto. Lo que pasa es, que cuando mi burro tiene las orejas levantadas, hay un hermoso día de sol, cuando una se le cae, es que va a haber mal tiempo, pero si tiene las dos orejas caídas es que va a llover mucho.”

El rey como buen estadista, contrató al burro.

Así comenzó la costumbre de contratar burros como asesores. Y desde entonces, tienen los puestos mejor pagados, asesorando a todos los gobernantes de los distintos reinos.

Cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia.

 

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