Misterios y revelaciones
entre Don Juanes y timoratas
CIUDAD DEL ESTE (Realidad fatídica, por Carlos Roa) El hombre siempre dice “es que busco afuera lo que no tengo en la casa”, pero siempre regresa porque en realidad en la casa lo tiene todo; este hecho se viene arrastrando desde el tiempo de los abuelos desde la era de la guerra del Chaco, donde en ciertos parajes de la vida se aglomeran los muchachos para un tereré jeré un jueguito de truco y quien dice, si no es para un karú guasú. Y allí comienzan cada uno de ellos a narrar su historia que le ocurrió en casa, cuando la patrona no le quiso dar lo que se le debe por derecho marital, este marido necesitado hace una vista a vuelo de pájaro por la vecina. Y es allí donde comienza esta narra, que cuenta una realidad muy cierta, solamente con unas aristas nuevas, porque antiguamente las mujeres eran más conservadoras. El hombre solo busca una justificación, pero en cambio la mujer cuando encuentra fuera lo que no tiene en casa ten por seguro que no va a regresar, porque las mujeres buscan ser comprendidas, escuchadas, valoradas, amadas y eso es mucho más difícil de encontrar, lo que buscan los hombres que en la mayoría de los casos es puro placer.
Y hoy en día los machu picchus la mala costumbre se llama o lo utilizan a las mujeres como simple parque de diversión a la hora de bajarle las pantaletas y mirarle la rayita. Y como decía más arriba este comentario de que antiguamente los hombres ya tenían estas modalidades, a pesar que años atrás la siembra de mujeres no era tanta como ahora. Sin embargo hoy por las estadísticas se descubrió que aquel adagio donde se decía que cada jeque tenía 7 “jakas” y que las mujeres eran más tímidas cuando sabían por el vox populi que su marido está haciendo de cupido por otro barrio. Y ella pávida no hacía nada, o sea, nada de retrucar. Sin embargo hoy esto dio un gran sobresalto, si el Don Juan se pasa con la pareja, y le visita a otras, las mujeres se la pasan con cinco. Que evolución, no. Pero bueno, si todo fuere por una causa justa, peregrinemos a pie y con esfuerzo hasta llegar al éxtasis y abrazarnos con el coito final.