DECÍDETE A ACABAR CON TU PEOR ENEMIGO

CIUDAD DEL ESTE (Reflexión, por Carlos Roa) Muchas veces cometemos el error de pensar que somos indispensables en la vida de las demás personas, que si no llego al trabajo no podrán avanzar sin mí, que si no estoy encima de mis hijos involucrándome en cada aspecto de su día a día casi al punto de vivir a través de ello, sin permitirles la privacidad de algo tan básico como tener amigos. Posponiéndonos todo el tiempo como si nuestra necesidad, nuestra voluntad no tuviese el mismo valor o importancia, poniéndoles a otros en primer lugar sin dejar aunque sea un pequeño espacio para nosotros.

Esta es una característica que se da sobre todo en las mujeres, y no se trata de ser perfeccionista o de tener la noble intención de ayudar y de que las cosas salgan bien, se trata de falta de amor propio, de aprender a poner límites, es necesario priorizarnos porque es imposible amar a alguien cuando no hay amor propio, una persona que no se cuida a sí misma no puede cuidar a otros, y es más que seguro que ese trabajo al que no quieres faltar cuando más enfermo estas, esa salida que no puedes dejar de asistir, esos eventos, esas personas todos ellos lo lograrán y seguirán adelante, igual sin tu presencia.

Deja de creer que salvas vidas. Deja de pensar que nada se mueve si tú no lo coordinas. Deja de pensar que tus hijos no serán nada sin ti. Deja de sacrificar tu existencia única por todos…

Cuando un día ya no estés, alguien más remplazara tú lugar, recuerda que todos somos reemplazables. No eres tan importante para la vida de los demás como crees. El cosmos te hizo responsable de una sola persona, y es a la que tienes siempre al final de la lista, a la que más ignoras, y a la que menos tratas de complacer.

 

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