SANTA ROSA DEL AGUARAY (Reflexión por Carlos Roa) Muchos son los hombres que huyen de la responsabilidad de criar un hijo, no es permanecer con la madre, sino de tener una participación activa en la vida del o los hijos, es muy común en Paraguay que los hombres se desentiendan de alguna criatura negándole no solo la asistencia alimenticia, sino la paternidad en sí, donde ni lo visitan ni lo ven, sino que es una figura totalmente ausente. Luego, con el tiempo estos mismos hombres suelen querer volver a la vida de ese hijo o hija, creyendo que este lo va entender, perdonar, y generalmente cuando el padre ausente se ve atravesando una enfermedad, o la soledad, o la vejez es cuando quiere volver y recuperar lo que llaman “el tiempo perdido” y son muchísimos los que creen que el hijo tiene la obligación de quererlos, de cuidarlos, de aceptarlos y recibirlos.
Que error más grande, empezando por lo del “tiempo perdido” donde en realidad pasaron años y esa criatura creció y se formó en un ambiente sin figura paterna, o donde un abuelo o tío hizo el papel de papá, aconsejando, acompañando y sobre todo esa criatura ya vivió miles de experiencias que no se van a volver a repetir donde en su persona influyeron quienes estuvieron cerca, para apoyarlo, acompañarlo, cuidarlo, quererlo o simplemente hablarle.
Grande es la sorpresa del “papá” que viene seis, diez, doce, veinte, años después a querer que se le diga papá a querer llenar un lugar que ellos creen que dejaron vacío en realidad ese lugar nunca existió porque él no estuvo para crearlo. Y mayor es la sorpresa cuando se van para conocer a su hijo/a y se encuentran con un adulto, independiente, con sus propias creencias, gustos, complejos, virtudes, un extraño, hecho y derecho a quien no pueden reclamar ni exigir nada, y sobre todo libre de elegir a quién quiere en su vida.