LA REALIDAD DEL ABANDONO PATERNO

¿ÉL SE LO PIERDE?

 

CIUDAD DEL ESTE (Reflexión, por Carlos Roa) “Él se lo pierde” me dijeron cuándo el padre de mis hijos los abandonó, toda su niñez ante cada lágrima que derramaron por él. Porque yo como madre, tenía miedo de que mis hijos no tuvieran a su lado a su padre, tenian un papá, pero no con ellos, ni física, ni moral,ni económicamente como los hijos de mis amigas. Cada ausencia, fue suya, cada logro fue mío, donde mis ojos lo buscaron, el jamás estuvo, fue una búsqueda sin éxito.

Y, entonces, alguien me dijo…

Él se lo pierde. Mientras enloquecía e intentaba hacerme creer que no era tan grave. Mientras dos manos no le alcanzaban para sostener tanta incertidumbre por mi inmadurez. Mientras intentaba desaparecer cuando yo me ponía triste, para que mis hijos no vislumbraran mi temor, porque yo tenía les tenía que dar seguridad y protección, así como aminorar sus tristezas.

Y alguien me volvió a decir…

Él se lo pierde, eso me dijeron, ¿y que creen? Vilmente mintieron.

Él no se perdió nada.

Él viajó.

Él amó.

Él construyó una nueva vida.

Él disfrutó.

Él vivió la vida que quiso.

Él fue feliz.

él disfruto su dinero.

Él se despertó sin preocupación de llevarlos a la escuela.

Él no se preocupó por estar ahí cuando llegaban de la escuela.

Él no se quedó sin un bocado de su boca para dárselos a ellos.

él no tuvo interés por su salud.

Él no se interesó que color era su favorito.

él no curó sus raspones de cada una de sus caídas.

él no estuvo en sus días tristes.

Él no se dio cuenta que no les iba tan bien en la vida.

Fue feliz a costa de nuestras noches de insomnio, de terror, de pánico. A costa de que pasáramos carencias emocionales.

A costa de nuestra felicidad, de nuestra salud.

Él no se lo perdió.

Nosotros nos lo perdimos.

Nosotros teníamos derechos y él obligaciones.

Porque la persona que abandona no pierde se libera de obligaciones se libera de estrés se libera de preocupaciones.

Y en sus elecciones, eligió no llevar a sus hijos nunca más a un cumpleaños, ni de vacaciones, ni comprarles un regalo para una amistad , ni ir a pedir la beca para el colegio, ni pagar un campamento de verano, ni venir a un cumpleaños (o llamar), ni a cuidar una fiebre,

Nada…

Palabras y sentimientos de una verdadera madre, para un pésimo padre.

 

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