Muchas cosas son llamativas en la justicia, pero tal vez una de las más llamativas es la que se da con un agente de policía acusado de intento de homicidio, para quien se fijó juicio oral en setiembre de 2016 y cuyo expediente se extingue en agosto.
El caso se inició el 1 de julio de 2012, cuando Anderson Medina volvía de un cumpleaños y en el kilómetro 10 de de Minga Guazú el vehículo en el que venía fue baleado por el suboficial Narciso Cañete. El rodado acusó varios proyectiles y una de las balas alcanzó al joven quien debido a esto quedó inválido.
Desde entonces la familia Medina inició acciones contra el agente policial que prestaba servicio en la subcomisaría 46ª. Primero se dijo que Anderson estaba ebrio, pero eso se demostró que no era cierto a través de un estudio de toxicología y hasta hoy Alberto Medina, padre del joven, no puede explicar por qué este policía trató de matar a su hijo.
También el padre de Anderson señaló que nunca el “gatillo fácil” estuvo preso y siguió en servició e incluso amenaza constantemente a la familia Medina. Recién ahora se lo trasladó para descomprimir el caso a la comisaría 5 Metropolitana, pero nunca fue sancionado.
Para completar las irregularidades después de años de batallar en tribunales por fin se fijó la fecha para el juicio oral y público para el suboficial de Policía Narciso Cañete, pero lo llamativo es que se pone como fecha el 20 de setiembre un mes después de que la causa se extinga.
De esta manera la defensa del uniformado alegará que el caso ya prescribió hace un mes y Narciso Cañete quedará libre de culpa, mientras un joven como Anderson Medina queda postrado sin poder caminar y sin justicia.
A las claras el suboficial tiene algún tipo de padrinazgo dentro de la Policía Nacional ya que siendo que está bajo proceso judicial igual recibió ascensos desde el 2012.