AUTORIDADES SIN DIGNIDAD NI MORAL PARA OCUPAR LOS CARGOS
Paraguay, una realidad afligida por los personajes embuidos en la corrupción de un país tan rico y un pueblo tan ignorante, cobarde y gallina, que se dejan pisotear por las autoridades, que no tienen siquiera dignidad, mucho menos moral, para ocupar los cargos. Veamos, mariscal lòpez, supuesto héroe. Según las leyendas, involucrò por sus caprichos en una guerra imposible de ganar. Después vino en el 54, un presidente con genes nazistas que torturò, violò, a niñas mensualmente para satisfacer su pedofilia. Mandò torturar a inocentes y hoy dìa por las redes sociales o algún micrófono salen a decir que antiguamente vivìamos mejor. Seguramente son aquellos que se beneficiaron de las fortunas que este asesino torturador les otorgò y se sabe muy bien quienes son, algunos dueños de medios, en fin.
Luego vino el general Andres Rodrìguez, un hombre vinculado al narcotráfico, este dejó la portera abierta a Juan Carlos Wasmosy, otro saqueador. Luego vi Luis Angel gonzàlez Macchi, un borrachìn empedernido. Después un florero que tiene su clan en el capitolio de los sin vergüenzas, como yoyito. Y por último tenemos a este personaje imprestable para el pueblo paraguayo, donde miente, se aferra a sus caprichos, repitiendo las palabras en su entorno: detesto los pobres, que se mueran todos. Realmente esta cuestión, o sea leyenda de nuestro país, es muy lamentable, que tengamos que seguir los paraguayos, no sabiendo reclamar y rendirle pleitesía a estos desalmados personajes de la politiquerìa de nuestro país.
Esto es simplemente un desahogo de una persona que envió a esta redacción un escrito para que de esta manera pueda descargarse por las imposibilidades en que se encuentra de no poder darle una vida digna a su familia. Firmò la carta como Juan Pueblo, hablando en nombre de miles y miles de impotentes paraguayos por su cobardìa, a pesar de que tienen sangre de muchos combatientes de la guerra del Chaco, que con sangre, sudor y làgrimas defendieron la soberanía de este país.